No hay nostalgia peor… (Los tríos sw que no sucedieron)

Tríos swinger que no sucedieron

Un relato erótico inexistente y una moraleja desafinada

  • Tríos swinger
  • Equivocaciones en la vida liberal
  • Cuidar las formas en las relaciones swinger
  • No todo en el swinging es sexo

 

Cuando sonó mi primera alarma, esa que pongo para darme diez minutos de valor para bajar al mundo todas las mañanas, me robó la modorra un pensamiento pecaminoso. No sé por qué recordé, precisamente en ese momento, que tuvimos que posponer una cita traviesa con una pareja y ahora la anhelaba con muchísimo apetito. Lo especial de esa noche será que la chica en cuestión no juega con otros hombres, sólo con el suyo y con la mujer que aparezca en su cama. Con lo cual, la operación del dos más dos, deja a Mariana como el común denominador y a mí como el residuo. 

Y aún reducido a espectador, el proyecto me enciende mucho. Cuando esos dos extendieron la invitación a cenar y jugar, fueron claros con las intenciones y propusieron varias alternativas para que yo no me sintiera fuera de lugar. Podíamos, por ejemplo, invitar a más personas para que en distintas conformaciones de la orgía, siempre hubiera con quien bailar. Para mí no era necesario, y la frase de Mariana era contundente: “Puedo con los tres”.  En mi cabeza, ni siquiera era necesario exponer a mi mujer a un maratón de atenciones tripartitas. Mi fantasía me llevaba más bien por caminos voyeristas en los que yo la devoraría con los ojos mientras ellos la degustaban en inmoderados bocados. 

La distancia es un gran afrodisiaco. Estar y no estar. Mariana transformada por los gestos del placer y volcada en indecencias me regala éxtasis más allá de los caprichos de la piel. Ver pero no tocar, ese juego malicioso con el que los niños aprenden el pecado de la envidia. ¿Podré contenerme? ¿Me mantendré ecuánime mientras ella y él la drenan sin reservas? ¿Aguardaré codicioso el momento de llevar los despojos a mi cama y reclamarla como propia con más apetito que nunca? ¿Tendré que intervenir el acto y abordarla como barco inadvertido mientras se abstrae en regalar delicias a dos cuerpos complementarios? ¿Mi cabeza aguantará la danza de las lenguas?

No lo sé y la ignorancia abre las compuertas del antojo; los diez minutos de duermevela murieron ahogados en fiebres matutinas. Mariana está dormida junto a mí, tan disímil de su reflejo en mi imaginación.  Hay que ir a trabajar, esa vulgaridad reservada exclusivamente a las mayorías. Pero el hambre, igual, no me deja en paz en todo el día. Paulatinamente, las imágenes lascivas se van convirtiendo en reflexiones. Hace poco una oferta similar tuvo un resultado completamente opuesto y eso me hace pensar en la importancia de las formas.

Esta era otra pareja con la que habíamos jugado bien y con quienes había quedado pendiente una secuela. Mariana recibió un mensaje directamente de él en el que explicaba que no usaría el chat que compartimos los cuatro para proceder con más cautela. No sabía, decía, cómo manejábamos cosas así.  Luego, preguntó si ella estaría interesada en hacer un trío con ellos dos. Seguramente no había malas intenciones, pero la conversación tras bambalinas a mi mujer la puso inmediatamente en guardia. ¿Para qué la secrecía? ¿El hombre se quería ocultar de mí o de su esposa? La precaución se convirtió paulatinamente en desagrado y aunque el individuo intentó reculear, fue ya demasiado tarde.

Entendemos bien que en este deporte extremo de la seducción, todos cometemos errores. Sin embargo hay algunos errores que lanzan señales de alerta y, aunque no sea el caso, nos ponen a pensar en riesgos potenciales. Parece, la verdad, que a los swingers nos encanta el peligro, pero no hay nada más falso. Somos una especie bastante cautelosa. El frágil idilio se quebró, y así fue como aquella otra propuesta de trío se perdió en el pantano de las invitaciones declinadas. 

Parece sencillo seducir en un mundo en el que todos venimos, aparentemente, a lo mismo. Pero el juego tiene mucho de laberinto a ciegas en el que no hay más que intentar, fracasar y tener éxito. Algunas veces logramos entender cuál fue la ruta que tomamos mal y aprender del error. Otras no, y seguimos irremediablemente metiendo la pata. Afortunadamente, en todo este rally de la sensualidad, todo es parte de la diversión y el número de victorias supera al de derrotas. Así todo es ganancia.

Ahora, una vez pasado el calor de la mañana y todo un día de anodino trajín, lo que me quedan son dudas. ¿Cuántas veces hemos visto con la mirada errática, hemos pronunciado la palabra equivocada o hemos regalado una sonrisa imperfecta? ¿En cuántas camas no aterrizamos, no por falta de deseo sino de pericia? 

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About the Author: Diego el de Mariana

Diego y Mariana son una pareja swinger mexicana aficionada a contar sus historias y a compartir sus aventuras en el estilo de vida sw. Los autores detrás de "Jardín de Adultos", "¡Mariana no da consejos!", "Breve Manual para Swingers" y otros muchos proyectos dirigidos a dar información sobre el ambiente liberal y a fomentar una cultura de diversidad, sexo positivo, y educación responsable.

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