Sexo con copia

 

Sexo con copia, historia voyerista de un trío

La voyerista estética de un trío

  • Relato erótico de una tarde de playa, un hombre y dos mujeres

  • Historia sexual de una orgía entre amigos

Don Todo Respeto es uno de esos tipos que no piden nada y por eso los hados le conceden todo. Hace el bien y reparte felicidad, entonces le caen en las manos gracias de maneras muy extrañas como una suerte de compensación cósmica. Al menos así pareció el día en que confesó públicamente que desde hace mucho, en su lista de deseos, estaban Nuestra Señora de la Salud y Mariana. La segunda se sintió halagada porque llevaba un rato buscándolo, y la primera simplemente preguntó ¿y por qué no de una vez… ahora… las dos? Y de esa forma, se echó a andar una de esas maquinarias mágicas que pudiendo arrojar como resultado cien espantosas equis, sólo sacan bolas premiadas.

Mariana no protestó que su amiga ofreciera, junto con las propias, las ajenas. Antes, encontró el detalle cariñoso. La mujer de Don Todo respeto pudo ofenderse, pero se le iluminó el semblante frente a la posibilidad de una navidad adelantada para él. Los maridos de ambas dispuestas accedieron de buena gana; yo pregunté si podía tomar fotos aún desconociendo el paradero real de mi teléfono. Incluso, los que ocupaban la habitación más cercana a la tertulia ofrecieron, generosamente, ceder su cuarto para que todos pudiéramos ver la sesión desde la terraza.

Para ese momento, la conversación parecía sólo eso: plática de la que no empobrece, pero entre que el dicho se convertía en hecho o no, el hombre no quiso dejar demasiado al azar. Se levantó de la mesa y fue a su habitación. Volvió unos minutos después envuelto en una toalla y con el cabello húmedo.

–¿Te fuiste a bañar?– preguntó Mariana sabiendo la respuesta –¡Qué compromiso! Ahora tendré darme un regaderazo yo también.

Así que desaparecieron las dos mujeres con destino a la ducha, y mi cabeza se dio licencia para imaginarlas juntas. ¿Cómo se puede, después de eso, conciliar el sueño? Entre tanto, la sociedad se movilizó. El hombre y su mujer acondicionaron el lugar de los hechos: decidieron la iluminación y abrieron la cama. Otros definieron qué persianas permanecerían abiertas o qué música acompañaría la función. Las señoras del servicio recibieron permiso-instrucción de retirarse a cenar y de no preocuparse por preparar las habitaciones para la noche.  Mariana y Nuestra Señora de la salud volvieron con el gesto de quien espera algo bueno, y la desfachatez de quien está acostumbrado a recibirlo.

No hubo mucho más que decir después de eso. La suerte estaba echada. Los actores entraron en escena y ocuparon su posición. Tuve que pedir prestado el teléfono del Hermano Mamut y me coloqué discretamente detrás del mosquitero tratando recrear en pixeles el inefable placer de la mirada clandestina.

Entre una lamida y otra, Mariana volteó a mirar la cámara con uno de esos gestos que a mí me pueden más que cualquier baile. Como el enfoque de la cámara se debatía entre la cercanía de la malla del mosquitero y el voluptuoso escenario de fondo, no pude capturar su rostro. Un infantil berrinche me recorrió. No soy muy bueno dejando ir momentos que no van a regresar. Corrí la puerta de cristal y entré en silencio al escenario. ¿Rompí la cuarta pared?  No lo sé. Preferí asumirme como parte de la tramoya y me mantuve, todavía alejado de la escena.

En la cama había nudos de piel y dadivosa consideración. La coreografía de tres personas que se entienden y reconocen, que se desean alegría. Un poco de todo. Una mujer tendida de espaldas, un hombre que bebe directamente de ella. Una mujer, la mía, atendiendo con la lengua pequeñas terminaciones nerviosas para que éstas no se queden solas. La música antigua de los deseos correspondidos. Cambios de roles. El trío era un rítmico carrusel hacia el que era imposible no  gravitar. Hipnosis, creo que es la palabra que estoy buscando.

No pude conformarme con un solo ángulo o con una distancia establecida. Como el perro que va coqueteando con la alternativa de acostarse en el tapete de la casa, fui probando. Poco a poco, ningún actor se incomodaba. Otro poco. Un ángulo que necesitaba más altura. Otro poco. Una posición en que si no me acercaba pronto perdería detalle de los dedos del hombre alternando entre las bocas de Mariana. Otro poco. La cámara buscaba los rincones que le estaban prohibidos a mis manos.

Cada una de ellas terminó una vez en la boca de Don Todo Respeto. Nuestra Señora de la Salud dio, entonces, por terminada la sesión y se levantó a buscar la ropa, pero él la detuvo. La penetró hasta que alcanzó un segundo orgasmo. Luego a Mariana. Mismo trato. Sexo con copia. En la cámara, copias infinitas para poder reproducir a placer cada vez que quiera volver a ver en los ojos de Mariana ese placer que sólo siente cuando hay un dejo infracción en sus acciones, ese destello que me hace volver una y otra vez al sexo en grupo.

Para cuando Mariana acabó por segunda vez, Nuestra Señora ya se había ido en busca de aire. Don Todo Respeto se levantó también y se dirigió al baño. En la cama quedaba mi esposa, la piel aún erizada. Completamente desnuda. Alerta. No supe dónde dejé el teléfono, porque cuando me di cuenta de lo que pasaba, ella tenía sus rodillas y manos sobre la cama y yo, los pies sobre el piso, entraba en ella. Mirábamos los dos al exterior. Más allá del público que comenzaba a disiparse estaba el mar. Ya se había pintado todo de negro. Luces del otro lado de la bahía. Don todo respeto pasó junto a nosotros y besó a Mariana. Ella prolongó el beso mientras seguía meciendo la cadera contra mí. Un momento largo. De eso no quedó ningún registro fotográfico, pero lo mantengo en la cabeza.  Evito pensar en otras cosas para que no se me escape nunca. Nalgas, espalda vencida, cuello elevado, su pelo, y al final un beso acuoso encallando en otro hombre.

 

 

You May Also Like

About the Author: Diego el de Mariana

Diego y Mariana son una pareja swinger mexicana aficionada a contar sus historias y a compartir sus aventuras en el estilo de vida sw. Los autores detrás de "Jardín de Adultos", "¡Mariana no da consejos!", "Breve Manual para Swingers" y otros muchos proyectos dirigidos a dar información sobre el ambiente liberal y a fomentar una cultura de diversidad, sexo positivo, y educación responsable.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Recommended
Aquí viven los autores de este blog para swingers Bienvenidos…