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- Sexo en pareja
- Kixyz
- Vibrador doble
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¿Qué tiene de erótico la NFL?
Apostar ayuda a que ver deportes sea más divertido. Sin embargo, pocas actividades me parecen más estúpidas que poner dinero en juego, sobre todo considerando que mis conocimientos de la NFL son bastante villamelónicos. Así que no. No seré el tipo de persona que hace estadísticas, calcula probabilidades y dona a tahúres profesionales los recursos que prefiero desperdiciar en chelas. Sin embargo, sigo sintiendo que algo nos falta cuando pasamos el domingo en la cama intercalando futbol americano, siestas y sexo. Ayer durante el desayuno, Mariana y yo ideamos una forma de darle la vuelta a tal predicamento inventando una nueva tradición familiar. Apostaríamos favores sexuales comenzando precisamente esa noche de lunes.
Mensaje de Whatsapp: Philadelphia vs Washington. ¿A quién le vas?
Mariana responde: Voy con Philadelphia.
“Mierda”, pensé. Mariana ve los partidos y se entusiasma, pero no tenía ni idea de que las Águilas estaban invictas. Lo sentí como perder un volado, porque había sido yo quien decidió unilateralmente dejarla siempre elegir equipo para evitarme la tentación de pasar la noche anterior revisando números y dibujando diagramas.
Escribí: Si ganan los no Pieles Rojas, me vengo en tu boca. ¿Tú qué quieres?
Mariana: Si yo gano, Te vienes adentro.
Así quedó firmado el primer acuerdo sexodeportivo en nuestra historia. Y sí, este deporte es bellísimo porque nada está escrito en piedra y contra pronóstico (al menos contra el mío) ganó Washington 32 a 21 en heroica justa librada, principalmente, a ras de suelo. La estrategia funcionó porque disfrutamos el partido como si hubiera sido Super Bowl.
No tuve que cobrar porque habíamos recibido de parte de Kixyz, la sexshop en línea de la que nos enamoramos cuando patrocinaron Luxuria, un nuevo juguete y nos urgía estrenarlo. Así que terminando el encuentro, Mariana comenzó a hacerme esas cositas con la lengua que sabe que me despiertan de inmediato.
Estrenando nuestro juguete sexual: Cumplidor de Kixyz
Cumplidor tiene dos partes. Por un lado es un vibrador recargable cubierto de silicón que, por su forma curva estimula tanto por dentro como por fuera, y es suave al tacto. Tiene, como suele ocurrir, varios programas de vibración. Nosotros no somos muy aficionados a manejar tantas opciones, sin embargo, los tres primeros modos son los de vibración constante y a Mariana eso le funciona bien; suave, medio e intenso. Además tiene un control remoto. Hay que decirlo, no es demasiado remoto porque la señal se interrumpe con facilidad.
El control es del mismo material que el vibrador principal, pero éste tiene dos botones (además del de encendido). Uno sirve para el vibrador y el otro (y esto es lo bello) para convertir al control mismo en un segundo vibrador. Su forma es muy versátil, así que puede usarse para estimular superficialmente o también como anillo vibrador durante la penetración.
Me produce mucho placer verla tocarse. Ella, junto a mí sobre la cama con las piernas abiertas y alumbrada por las luces que se cuelan desde la calle. No sé si es por la edad, pero cada vez más, la excitación me entra por los ojos. Sus primeras aproximaciones al juguete le producían tenues gemidos que resonaban directamente en partes muy sensibles de mi piel. Después, ya dominándolo, se acomodó en esa posición que vuelve idiotas a los hombres. Puedo ver la curva de su trasero, también su boca rodeando mi erección. Esa misma imagen es la que evoco siempre que necesito un estímulo adicional en alguna de esas faenas sexuales que comienzan a insensibilizar. Esta vez, claro, con el Cumplidor dentro, la silueta era mucho más poderosa y añadía movimientos adicionales.
Luego me puso el anillo para comprobar su eficacia en mí. Puedo sentirlo vibrar, pero la sensación para mí no es nada especial. Ella se deshace de su parte del juguete y la cambia por mi cuerpo. Sin removerme el control remoto, se sentó sobre mí e inició esa antigua cabalgata que acompañará a la humanidad hasta el final del mundo. El control sigue acariciando su clítoris mientras yo entro y salgo de ella con un ritmo que llevamos años practicando. Así solíamos tener sexo en la época en que descubrimos unas balitas vibradoras a las que se les acababa la pila después de unas cuantas sesiones pero que, entre tanto, ejercitaban la popular multiorgasmia de Mariana.
Después de cambiar de posiciones, optamos por dejar a un lado ambas partes del juguete, hasta que ya cerca del final, de su final, Mariana, con los pies en el piso y las manos sobre la cama, volvió acercárselo para apoyar su segundo esfuerzo.
Cuando me quedó claro que ya no había más unidades en su reserva de gemidos, regresé a acostarme sobre la cama. Ella,
gateó hacia mis piernas ofreciéndome la vista hipnótica de su figura y de su rostro iluminado por pensamientos profanos. Lamió, succionó, frotó, y en poco tiempo y con irreprochable honor, dejó su deuda saldada.
