Fotografía erótica para parejas

 Todos tenemos derecho a sentirnos seductores, pero es difícil hacerlo cuando estás consciente de cada una de las partes de tu cuerpo que no se ajustan al canon. Sin embargo, una sesión de fotografía erótica para parejas conducida por Guilty Studio, me ayudo a verme con otros ojos.

Fotografía erótica para parejas

Fotografía boudoir para parejas

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En las páginas de contacto para swingers, aparecen imágenes de ellas en todo tipo de ángulos provocativos. Los hombres, rara vez aparecemos y cuando lo hacemos, será en situaciones bastante asexuales, usualmente con un fondo que demuestre nuestro amor por los viajes y la aventura. La convención, en general, asigna la belleza física como cualidad femenina y la mayor parte de los hombres, con excepción de quienes tienen músculos abdominales envidiables, al intentar mostrarnos medianamente seductores, nos sentimos más bien ridículos.  

He escuchado a innumerables caballeros del medio (y fuera de éste) decir que ellos no tienen nada de sensuales y que las atractivas son sus esposas. Aunque hay mucho de cierto en esto (las fiestas exhiben un desbalance estético entre géneros comparable solamente con el de los programas de opinión deportiva),  la verdad es que ellas son más guapas porque se esfuerzan por serlo; así se espera. En contraste, los varones, bajo la consigna de que lo que natura no da, Lancome no lo brinda, tampoco hacemos mucho más allá de darnos un regaderazo antes de ir al club y ponernos una brisa de colonia. 

La mayoría de las mujeres aprovechan el ambiente para sentirse guapas y libres. Disfrutan de su cuerpo tal y como es, lo cuidan, lo producen y lo presumen porque es suyo y se saben tan deseadas como seguras. Mientras que los hombres nos comportamos como un manojo de inseguridades y nos ocultamos tras las diminutas faldas de nuestras esposas. 

Por eso, la idea de una sesión de fotos eróticas en pareja le venía muy bien a mi autoestima y a mí. A mí, con mis varios dólares de inversión chelera en la barriga y mi cuerpecito de ostión peludo. A mí, con mi narizota gongorina, mi mentón inexistente y mi frente latifundio. A mí, que cuando empezamos a ligar con otros, preferí escribir un blog en lugar de publicar mis imágenes en línea. A mí, que me siento tan incómodo frente a una cámara.

Guilty Studio ofrece un servicio de fotografía erótica y boudoir para parejas con la idea de que ambos luzcan y se sientan cautivadores. Los resultados son hermosos, pero más allá de eso, la experiencia es de lo más grata, un periodo de conexión con la persona que amas, y la oportunidad de verse a uno mismo con los ojos de alguien experto en encontrar belleza. Alguien que sabe mostrar los ángulos que necesitan ser explotados.

Llegamos al estudio y ahí nos esperaban Ivette y Juan Carlos, dos fotógrafos especializados con quienes hemos tenido el placer de trabajar en otras ocasiones. Nos pidieron algunos vestuarios, y maniáticos como somos, llevamos mil opciones para que ellos tuvieran de donde elegir.  ¿Ya dije que me siento muy incómodo frente a una cámara? Bueno, pues la cámara todavía no aparecía. Primero charlamos un rato y nos contaron cuál era su idea de  narrativa para la sesión. Simple pero eficaz: Yo llego a casa, Mariana me espera. Nos hacemos arrumacos. Nos quitamos la ropa y tenemos sexo mientras la tarde va cayendo. Me hizo pensar en uno de los primeros videos porno que vi, sólo que yo no sería soldado de la Segunda Guerra sino un sobreviviente del mundo corporativo.

Fueron muy enfáticos en el hecho de que no hacen tomas explícitas ni esperan de nosotros interacción sexual real. Todo fingido y en calzones. El juego de rol nos divertía, y sentirnos un poco modelos por unas horas era emocionante. Estábamos más que dispuestos a ser disciplinados y a dejarnos conducir a dónde fuera que nos llevaran las instrucciones de los profesionales. ¿Ya dije que me siento muy incómodo frente a una cámara? Pues ahora eran dos cámaras las que me apuntaban implacables. Yo, aún vestido. Mariana, en lencería moderada. En algunas ocasiones Ivette conducía la toma y en otra era Juan Carlos quien nos decía qué hacer. Para combatir mis nervios imaginaba cómo quedaría cada toma y me gustaba lo que suponía que podría ver dentro de unos días. 

Llegó el inevitable momento de perder la camisa y no quedaba más que confiar ciegamente en que los artistas estarían pendientes de que mi estética, o falta de ella, no arruinara la toma. Dar un salto de fe y salir de la zona de confort, que le llaman. Mariana está sentada de espaldas a un espejo, yo estoy arrodillado con la cabeza entre sus piernas. Juan Carlos me apunta con su lente en contrapicada desde atrás. La toma seguro quedará linda, pero mi espalda no es especialmente fotogénica. ¿Qué parte de mí lo es?  Me aterra la posibilidad de arruinarlo todo con el salvavidas de carne que se me escapa por encima del cinturón. Se me acerca. “Mira, Diego, endereza el torso y estírate hacia arriba. Así se ve mejor, y tú tranquilo, luego en edición te disimulo los michelines”. ¿Ya dije que me siento muy incómodo frente a una cámara? Pues a partir de ese momento dejé de estarlo. Me tranquilizaba saber que estábamos en las manos de unos ojos que veían lo que no nos gustaba, y sabía cómo hacer para hackearlo. Sentí mis inseguridades resguardadas y, con esa premisa, pude disfrutar mucho más de lo que seguía; apagar por un rato el cerebro y dejar que alguien más maneje. Disfrutar el viaje. 

Toma a toma fuimos perdiendo más ropa. Nos volvíamos más atrevidos. Nos seducíamos el uno al otro y nos orgullecía nuestra capacidad para hacerlo.  Somos buenos para estar juntos, y ahora la cámara lo sabía. Barro para modelar, algo había de ellos en las posturas que nos pedían adoptar, en los segundos de inmovilidad, en el disparo definitivo. Nos reíamos mucho. Nos reíamos entre nosotros y también con ellos. Era una forma de compartir la intimidad sin el sexo, de abrirles un poco de nuestra realidad privada para que la convirtieran en otra cosa, en imágenes que en el futuro nos hablarán de nosotros mismos. 

Unos días después llegaron las fotos finales. No puedo dejar de verlas. Soy yo, pero no soy yo. No soy al que veo en el espejo, soy más bien, algo parecido a lo que seguramente ve Mariana cuando me mira, cuando estamos juntos y, después de tantos años, aún disfruta tenerme sin ropa.

Guilty Studio:

Fotografía íntima para parejas
https://linktr.ee/guiltystudiomx

 

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About the Author: Diego el de Mariana

Diego y Mariana son una pareja swinger mexicana aficionada a contar sus historias y a compartir sus aventuras en el estilo de vida sw. Los autores detrás de "Jardín de Adultos", "¡Mariana no da consejos!", "Breve Manual para Swingers" y otros muchos proyectos dirigidos a dar información sobre el ambiente liberal y a fomentar una cultura de diversidad, sexo positivo, y educación responsable.

2 Comments

  1. Hola buenas noches primera vez que me meto en su página me parece exelente lastima Soy viudo y adulto mayor.me hubiera gustado experimentar este estilo de vida parezco adolescente leyendo sus experiencias los felicito y muchas gracias por compartir

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