Club swinger en Querétaro: El aniversario de Amour Amour

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Un club swinger en Querétaro

Cuando tenemos una buena excusa para salir de la Ciudad de México, nos ponemos muy felices. Por eso, hicimos todo lo posible para deshacer algunos compromisos previos y aceptar la generosa invitación que nos hicieron para asistir a la fiesta de aniversario del club swinger Amour Amour en Querétaro. Fue una buena decisión; la fiesta y la experiencia fueron muy gratas y nuestro fin de semana cumplió los requisitos de una escapada de novios en toda regla.

     Según entiendo, Amour Amour, lleva un buen rato organizando fiestas, pero hace un año se estableció oficialmente en una casa al norte de la ciudad que abre una vez por semana. Nos llamó la atención, cuando llegamos, que el número de autos estacionados afuera era considerable. Como tuvimos que buscar lugar varios metros arriba en una calle empinada, Mariana, antes de iniciar el descenso, cambió sus tacones por pantuflas y al llegar a la puerta, volver a calzarse las zapatillas. Nada más útil para una mujer swinger que llevar babuchas en la bolsa. Condones, lubricante, maquillaje, celular y unas pantuflas, que uno nunca sabe cómo y en dónde terminará la noche, pero es muy probable que sea con los pies adoloridos.

El lugar de los pecaminosos hechos

El espacio fue una linda sorpresa. Nos recibió una construcción de muy buen tamaño con estilo campestre mexicano. Como esperaban muchas parejas, la fiesta estaba dividida en diferentes áreas. Amour Amour, generalmente, hace sus reuniones en el salón principal de la casa. A éste se le sumó hoy el resto de la finca, incluida una carpa en la azotea en la que se colocaron más mesas y una barra de bebidas, y también el patio, en donde estaba la barra principal y la mesa del DJ. El lugar pudo alojar cómodamente a cincuenta o sesenta parejas que no tuvieron necesidad de pisarse unos a otros y que pulularon por doquier en sensuales atavíos .

     La decoración es curiosa, improvisada, incluso. Es como si las luces negras, los banquitos lounge de vinipiel, los focos LED giratorios y las periqueras tubulares no dieran acuse de recibo a la dignidad del espacio que los acoge. Parecía como una fiesta de adolescentes en la casa vacía que les prestó algún tío ganadero. En el salón principal había dos baños para mujeres. En un extremo, hay una zona de juegos que se divide en dos áreas. La primera, donde hay una cama y un sillón, está cautelosamente preparada con condones, antibacterial y toallas húmedas. La segunda parte es completamente oscura y, me pareció, no tiene ningún tipo de mobiliario. Del otro lado del salón, al fondo del pasillo, está la parte femenina de un cuarto de glory holes. Tres cabinas cubiertas por telas, le dan a las mujeres asistentes la ocasión de jugar con anónimos miembros de viriles voluntarios que se encuentran separados de ellas por mamparas con estratégicas perforaciones. “Nosotros las teníamos antes de que se pusieran de moda.” Nos presume el orgulloso propietario. La iluminación aquí, tampoco es muy halagüeña.

La fiesta SW de Amour Amour

El centro de la acción social estuvo en el patio, desafiando un poco a la tormenta que, contra pronóstico, no cumplió su promesa de desatarse. Así que la carpa fue suficiente para alojar algunas mesas, el baile y el show de MiauMiau que siempre es bella, pero esta vez se lució. El código de vestuario requería corsets, una afortunada cláusula que producía un espectáculo encantador y un ambiente más que divertido.

     Lupita, la decana del swing con quien compartimos mesa, nos comentó que la fiesta le gustaba porque le recordaba el tipo de reuniones que había en la CDMX hace varios años. Creo que tiene un punto. La gente que estuvo en el aniversario de Amour Amour, fue a pasarla bien y no a ser impresionada. Era una concurrencia variopinta, pero todo el mundo respetaba el tema de la noche con el ánimo de aportar al guateque. Es un espíritu particular, y también un equilibrio complejo. La gente que asiste a un evento swinger sabe que está pagando por un servicio y espera el mejor valor por su dinero. Es lo justo. Pero también habría que reconocer que, al final, la responsabilidad de divertirse, de tener una noche sensual, de conectar con otras parejas y de explorar fantasías es, principalmente, de cada uno de los asistentes. Lo que se saque de la noche dependerá siempre de la disposición de cada pareja.

En Amour Amour, había justo eso: amor. Amor por parte de los anfitriones hacia su público y amor de los parroquianos por su club. Cuando en una fiesta se percibe ese cariño, el concepto de “club” regresa a sus raíces, un grupo de personas afines con intereses en común, una sociedad de gente que se agrupa alrededor de un objetivo. En ese sentido, en Querétaro hay un club swinger. Seguramente hay más, pero este fin de semana, nosotros conocimos uno y nos quedamos con ganas de volver.