¿Estilo de vida swinger o hobby alternativo?

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¿Será que, de verdad, el estilo de vida swinger determina la forma en la que vivimos? ¿Hay forma de practicarlo sin ser del todo swinger?

¿El swinging es una práctica, un estilo de vida, o simplemente un pasatiempo?

Me dijo el instructor que a su señal levantara las piernas y que cuando sintiera que él comenzara a correr lo hiciera yo también. Obedecí a la primera señal. No contábamos, sin embargo, con un súbito cambio en el viento que hizo que nuestro aterrizaje fuera en ángulo recto y que, por lo tanto, la estrategia de levantar las piernas resultara en un golpe directo a mi coxis desde, al menos, un par de metros de altura. La primera y única vez que me lancé en un paracaídas resultó en un dolor intenso, del que aún quedan secuelas, y en una de las mejores y más felices experiencias de mi vida. Aventurarse a hacer cosas nuevas tiene eso, altibajos extremos e historias para contar por siempre. ¿Volvería a hacerlo? Sin duda. Pero no lo he hecho y nada se me ha ido en esa omisión. Por eso, difícilmente me presentaría diciendo: “Mucho gusto, soy Diego, paracaidista”.

El lifestyle tiene algo de sino

Llamar a una actividad como el sexo grupal o el intercambio de parejas “estilo de vida” tiene, sin embargo, un dejo de fatalismo. Pareciera que quien intenta probar las aguas del mundo liberal se comprometiera con una causa, con un estilo de vida, y éste fuera, además, inmutable. Sin duda, algunos de nosotros lo vemos de esa manera. Hay quienes elegimos destinos vacacionales según su potencial swinger, quienes priorizamos la privacidad al buscar lugares donde vivir, para quienes nuestras amistades en el medio son esenciales y quienes, frente a cada decisión doméstica que hay que tomar consideramos la manera en la que ésta afectará nuestra colectiva vida sexual. Quizá por eso el tema causa tanto temor entre “la gente de bien”. Porque suena rotundo. Pero no tiene por qué ser así.

A Swingland se viaja sin visa

Todos tenemos algo de emigrantes. También los residentes fijos del reino de los swingers fuimos, alguna vez, turistas. Así que se vale probar sin sentir la presión de estar cambiando por completo nuestra “forma de vida”. Vamos, que esto también puede ser una anécdota de una sola ocasión o, incluso, podemos convertirnos en viajeros frecuentes sin necesidad de solicitar nunca asilo político. ¿Qué tanto o qué tan poco deben las actividades sw protagonizar la vida de una pareja aventurera? Tanto como ellos quieran y nadie más es quién para decidir sobre esto. Hay algo en la percepción humana de la realidad que obliga a fragmentar nuestra existencia y a determinar algunos límites que, tácita o expresamente, si se cruzan se vuelven definitivos. Nuestra conciencia está marcada por frases del tipo: “El punto de no retorno”. Y seguramente habrá muchas actividades, como saltar desde el piso diez de un edificio de once pisos, que pueden, orgullosamente, llevar ese título, pero en lo que al sexo se refiere, difícilmente, habrá alguna práctica que no permita la prueba inocua. Y así como nadie se vuelve mágicamente homosexual por besar a una persona del mismo sexo, nadie “convierte” al estilo de vida swinger por abandonarse al deseo grupal de vez en cuando.

Si de algo puede preciarse el siglo XXI es de haber generalizado la idea de que los absolutos no existen. En las relaciones de pareja ocurre lo mismo. Podemos ver que entre las parejas vainilla existen diferentes límites en lo que constituye una conducta adecuada. Para muchos, es normal que su pareja salga con amistades del sexo opuesto, otros, lo ven como un atentado contra la fidelidad conyugal. Cada quien. De la misma forma tendríamos que poder definir que entre la monogamia absoluta y el estilo de vida swinger existe un amplio espectro de alternativas en las que cada pareja (sw o no) podrá encontrar la variedad que necesita sin pisar territorios que los hagan sentir incómodos. ¿Ver porno juntos? ¿Compartirse lo que encuentran atractivo de otras personas? ¿Coquetear con otras personas? ¿Juntos, por separado…? En fin. El punto es hacer acuerdos entre los dos y disfrutar juntos de los beneficios de esos acuerdos.

También se puede hacer swinging sin hacerse swinger

Y ya que estamos en eso de probar, el ambiente liberal ofrece también varias alternativas que pueden calmar la ansiedad de parejas curiosas sin tener que cuestionar su propia identidad sexual. A un club se puede ir simplemente a disfrutar de un entorno más sensual y liberado, se puede curiosear viendo a otros explorar los propios límites o se puede, silenciosa y respetuosamente observar a gente teniendo sexo. Quizá esto sea suficiente para que algunos matrimonios carguen pila y vayan a la intimidad de su propia alcoba a desquitar el precio de la noche. Para Mariana y para mí, al principio, el kink estaba en explorar un territorio misterioso. Nos gustaba ver y que nos vieran y aprovechábamos cualquier oportunidad para poner sellos en el álbum de nuestra vida sexual. Lo nuevo tiene un fastuoso atractivo erótico. Por muy inmersos que estuviéramos en este tipo de aventuras, pasaron muchos años antes de que nos definiéramos como swingers.

A diferencia de nosotros, para algunas de las parejas que conocimos fue cuestión de probar y enamorarse. Llegaron con reservas al medio y al día siguiente se consideraban swingers de ligas mayores. También conocemos casos de gente que lo probó, le gustó, lo vivió durante un par de años y luego se retiró a vivir a su blanca villa vainilla manteniendo inmutada su tranquilidad. El punto es que hay de todo y todo es válido siempre y cuando la ruta de cada pareja esté determinada por ambos miembros y, en su camino, no le hagan daño a nadie. ¿Práctica, aventura, oficio o pasatiempo? Este ambiente será lo que cada pareja quiera que sea y les servirá para lo que ellos decidan.

Dos chicas sexis en una cama
Image by mopiaoyao from Pixabay

 

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About the Author: Diego el de Mariana

Diego y Mariana son una pareja swinger mexicana aficionada a contar sus historias y a compartir sus aventuras en el estilo de vida sw. Los autores detrás de "Jardín de Adultos", "¡Mariana no da consejos!", "Breve Manual para Swingers" y otros muchos proyectos dirigidos a dar información sobre el ambiente liberal y a fomentar una cultura de diversidad, sexo positivo, y educación responsable.

3 Comments

  1. Para eso no se nesesita escuela los sw solo somos y vivimos nuestra sexualidad a nuestro modo y gusto y no se nesesita de escuela es algo nato y que sale de uno mismo

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