Mariana y los strippers

Es impredecible. La primera vez que la vi, fue con una bailarina. Habíamos llegado con algunas copas encima a  a un club SW. Primera parte del ordinario chowerótico: una chica bailándole con sensualidad democrática a todos los hombres que estábamos en el loca. Cuando llegó con nosotros, a Mariana no le gustó la idea de que la señorita se dejara manosear sólo por mí y optó por ver qué tanto se dejaba meter mano. Extendió los dedos hacia sus dos piernas y mientras Cristal o Sherezada o Yazmín avanzaba a gatas sobre mi regazo, Mariana exploraba la eficiencia de la depilación brasileña de nuestra anfitriona. La chica sonrió con malicia y se olvidó de mí, me pasó el cuerpo por encima y llevó la boca hasta los senos de mi mujer para beneplácito de tres (la concurrencia, su servidor y Mariana con su gesto de alevosía). Me calenté.
En situaciones similares a los strippers de los clubes, cuando son varones, ni los pela. Pero un día en Casa Swinger a Mariana le pareció que el encuarator se parecía a su tío Javier (a quien no conozco) y la idea le pareció graciosa. El hombre no tenía nada que ver con lo que a ella le gusta. Estoy seguro de ello, para empezar, usaba bigote, lo cual es un rotundo No-No. Pero insisto, ella es impredecible y cuando el santo señor la sacó a bailar, la nena se dejó y bailó sobre una banca frente a la mirada lasciva de los asistentes. Se dejó que se le aceraran, se dejó que le levantaran el vestido y se dejó que enseñaran sus piernas y su tanguita roja. Se dejó, incluso que el artista le pusiera un beso en la mejilla antes de acomodarla junta mí. Me calenté.
Hace poco, le hice a Mariana una reunión por su cumpleaños con sus amigos más cercanos. Éramos pocos en la fiesta, pero me pareció divertido regalarle un stripper para animar la soirée. Sólo había amigos verticales, aquellos que la conocen por su nombre real y que si fantasean con ella, jamás me lo dirían. Supuse que le divertiría escandalizar a sus amigos. No fue así. Aquella se moría de la risa como niña chiquita que levantan en brazos. Por cierto, fue levantada en brazos y sus manos fueron colocadas en la anatomía del musculoso. Ella no paraba de reír. Incluso, con las luces apagadas y al final de la sesión, el muchacho se desvistió y le acercó los genitales a la boca. Los cubrió a los dos para nadie viera lo que Mariana hacía. No hizo nada, le puso simplemente las manos en el trasero y siguió riéndose. Fue muy divertido. Me calenté.

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About the Author: Diego V

Diego y Mariana son una pareja swinger mexicana aficionada a contar sus historias y a compartir sus aventuras en el estilo de vida sw. Los autores detrás de "Jardín de Adultos", "¡Mariana no da consejos!", "Breve Manual para Swingers" y otros muchos proyectos dirigidos a dar información sobre el ambiente liberal y a fomentar una cultura de diversidad, sexo positivo, y educación responsable.

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