Pasta y paja

Ayer cené un fettuccine con foi gras y patas de cangrejo que estaba suculento. Pensé que aunque me parecía pretencioso ordenar un plato cuyo nombre estaba en dos lenguas extranjeras, más me valía aprovechar que estaba en un restaurante al que seguro no volvería, aunque quisiera, en un buen buen rato, y ordenar algo que no se pudiera preparar en cualquier parte.
Después de la cena, el Sr. Dr. sugirió que los cuatro fueramos a su consultorio y así lo hicimos. Ahí abrimos otra botella de vino, y nuestros anfitriones nos brindaron uno de los mejores porros de la historia. La conversación había sido amena e interesante, pero dejaba todo el tiempo ese retrogusto de small talk que en general me desagrada tanto. Plática, porro, vino y finalmente, que los cuatro nos decidimos a encerrarnos en un cubículo de rehabilitación.
Nos desnudamos y empezamos a explorar. A mí me enciende particularmente ver a Mariana jugando con sus nuevos juguetes (nuestros amigos). Se deja llevar, tocar y sus manos se extienden para descubrir texturas nuevas en cuerpos desconocidos. El Sr. Dr. se desvivía en atenderla, en dejarla satisfecha, pero Mariana no necesita estrategias, le gusta arrojarse en un chapoteadero de manos, lenguas, bocas y pieles donde todo es un pretexto para sudar.
Mi mujer llevaba ya mucho tiempo con las piernas abiertas y levantadas y con los genitales del Sr. Dr. peligrosamente cerca, mientras yo alternaba la boca y los dedos sobre los recovecos de la Sra. del Sr. Dr. Podía ver que la cercanía de los genitales ponía nerviosa a la Sra. y Mariana, a decir verdad, a mi también. Así que me provocó sensaciones encontradas de alivio y extrañeza escucharla preguntarle si tenía condones. Él dijo que había que ir por ellos y yo apuré a contestar que tenía algunos en la bolsa de mi saco. Nuestro límite es la penetración. El acuerdo es que yo no penetro a nadie y ella no se deja penetrar por nadie, pero siempre que salimos prefiero llevar condones por si nuestra regla se rompe. Una amiga nuestra nos dijo que nuestras reglas son más bien una pauta.
El caso es que la penetró y cogieron. Yo penetré a la Sra. del Sr. Dr. y cogimos y con eso inauguramos después de muchos años de aventuras eróticas nuestro primer intercambio formal de parejas. La sesión fue larga, y mis ojos y mi atención estuvieron volcados en disfrutar el disfrute de mi Mariana, en sentirla sintiendo nuevos territorios.  Ellas dos estaban juntas ahora, los senos tocándose y las lenguas dejandose llevar. Mi pene entraba entre las nalgas de la Sra. del Sr. Dr. y el Sr Dr. entraba a mi señora desde atrás. Hombre, Mujer, Mujer y luego yo que no me cansaba de ver a las mujéres besándose. La mía, comienza a levantar el trasero y el Sr. Dr. se incorpora para entrar más a fondo. Conozco esa manera de entregarse y me encanta. Aprovecho el cambio de postura para meter las mano en la cadera de Mariana. Sigo follando a la Sra del Sr. Dr.  Mi mano pasa por la espalda y se pierde entre el espacio que deja el cuerpo erguido del Sr. Dr. y el de su presa aparentemente rendida. La toco, mi dedo se adentra primero en el culo y luego un poco más abajo. La cercanía de las pieles me hace girar la cabez. Él anuncia: voy a venirme. Yo lo sigo, nos venimos ambos dentro de ellas.
Cansancio.
Todas esas imágenes se arremolinan hoy en mi cabeza. Llegando a casa, ya solos, volvimos a follar para dejarnos disfrutar de todo lo que pudimos haber dejado sobre la mesa. Todas esas imágenes se arremolinan hoy en mi cabeza. Desde entonces, no he pasado todo el día masturbándome con el delirio de los ojos de mi Mariana exitada patinando alrededor de mi cerebro.

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About the Author: Diego V

Diego y Mariana son una pareja swinger mexicana aficionada a contar sus historias y a compartir sus aventuras en el estilo de vida sw. Los autores detrás de "Jardín de Adultos", "¡Mariana no da consejos!", "Breve Manual para Swingers" y otros muchos proyectos dirigidos a dar información sobre el ambiente liberal y a fomentar una cultura de diversidad, sexo positivo, y educación responsable.

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