Sinfonía bajo el mar

La mala noticia es que el juguete nuevo no venía con pilas. La buena es que son dos AAA que se compran en la esquina. Una vez compradas pudimos empezar el test-drive del Symphony Massager que nos envió por correo California Exotics. La ocasión lo ameritaba, y el calor lo pedía a gritos, así que buscamos una dotación considerable de espumosos blancos y muy fríos, y nos guardamos en un hotel de paso con tina de hidromasaje.
El aparatillo es bello de por si. Es color lila (lavanda, dicen los catálogos) con una curvatura suave y estimulante que recuerda formas orgánicas e invita a tocar puntos internos y femeninos.
Mientras la tina se llenaba de agua fresca, y una vez que Mariana terminó de desnudarse, se entretuvo pasando los dedos sobre la cubierta  tersa del vibrador. No sé lo que despierten esas texturas en su imaginación, pero  para mí, se trata de una de esas cosas que no pueden dejar de tocarse, algo así como el borde de las sábanas o la parte de abajo de algunas sillas. Se trata de ese tacto con saborcito a quiero más. La miraba acariciarlo y sonreía pensando en lo bien que se la pasa uno algunos domingos que siguen a sábados más bien funestos. Servimos los tragos y metimos los pies al agua.
Ella comenzó a usar el juguete para masajearme el cuello y los hombros. La línea del masajeador permite mucha versatilidad. Evidentemente está diseñado para utilizarse como cualquier consolador, pero su curvatura le da otras posibilidades. Abrió las piernas y lo llevó a pasear por el interior de sus muslos. Hay algo brutalmente delicado (disculpen la paradoja) en una mujer que se da placer. Es hipnótico. Entré por completo el agua para tener mejor vista de su sexo abierto y del vagabundo con cobertura aterciopelada que comenzaba a viajar por zonas más prohibidas. Hasta ahora usaba el programa que el fabricante llama  prudentemente “moderado”.
Cada vez que se oprime el único boton, ubicado estratégicamente al alcance del pulgar, cambia el comportamiento a uno de los cinco tipos de vibraciones que se llaman, supuestamente, a partir de temas musicales. Confiezo que algo más relacionado a la música sinfónica me hubiera parecido más simpático, pero en ese momento,  si se llaman “Intenso”, “Samba”, ” Tango” y “Quick Step” da lo mismo.
Tomé su mano y la acompañe entre los recorridos. Ya habia dicho en otro post, que Mariana no es muy aficionada a las formas fálicas no naturales, pero hoy hizo una exepción. Me gusta el momento en el que el intruso de las baterías rompe por primera vez el límite de lo relajante y para entrar en el terreno de lo caliente. Es un centímetro, quizá menos, lo que  separa al exterior del interior, y en ese momento, los sonidos que brotan de mi mujer cambian de tono. La respiración se troca por un, al principio, sutíl, quejido y los labios se entreabren. Una luciérnaga cruza su mirada.
Ahora tengo yo el control total del arma y ella se ha rendido por completo a sus caricias. La penetro y puedo sentir bajo el agua cómo mi sexo, el que no usa baterías, se muere por cambiar papeles. Ella se acerca a mí para hacer el contacto cada vez más cercano, y pasamos los dos a compartir la tina por completo. Bajo el agua, el Symphony no deja de alagarla con notas distintas. Me pide dejarlo encendido en un vibración constante y fuerte (Intenso) enredando sus piernas a mi alrededor.
 Una parte de mí, la de abajo si somos precisos, insiste en hacerle el amor. La otra, la más racional, la que mira el sexo como capítulos de novela prefiere verla, deleitarse al tiempo que manipulo cada vez más dentro de ella el bártulo sexuado. El agua que tiembla con el motor del jacuzzi, las copas que tiemblan con las burbujas del Cava, mi mano que tiembla con la cercanía de sus genitales abiertos, Mariana que tiembla con un cómplice vibrante tocando directamente el punto G, y la cabeza de ambos temblando en fiebre, en deseo en un delirio en pareja que da por terminada la temporada de tormentas y e inaugura la época de calores fuertes.
Mariana grita,  todo el hotel se entera que ha termindo en un bello orgasmo, muy a su estilo. Luego me lleva a la cama y me folla, y me folla y me folla hasta cansarse. Me abraza, me habla al oído y me dice -Vente dentro-. Obedezco. Cuando ella me habla no sé hacer otra cosa.

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About the Author: Diego V

Diego y Mariana son una pareja swinger mexicana aficionada a contar sus historias y a compartir sus aventuras en el estilo de vida sw. Los autores detrás de "Jardín de Adultos", "¡Mariana no da consejos!", "Breve Manual para Swingers" y otros muchos proyectos dirigidos a dar información sobre el ambiente liberal y a fomentar una cultura de diversidad, sexo positivo, y educación responsable.

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