El complejo de la planta carnívora: Malas prácticas para swinguear

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El complejo de la planta carnívora, malas estrategias swinger

Las malas prácticas swinger

Todos tenemos derecho a conducirnos como mejor nos parezca, pero algunas estrategias son mejores que otras. Sin embargo, es normal que por miedo, por pudor o por simple cautela, nos ciñamos a prácticas que, en general, no funcionen bien. ¿De qué hablamos cuando describimos una “buena estrategia swinger”? Simplemente, de aquellas acciones que conseguirán nuestro fin con mayor eficiencia y, siendo muy honestos, la finalidad de toda pareja que se adentre en el ambiente sw es hacer contacto con otras parejas.

Evidentemente, hay fines ulteriores que varían de pareja a pareja. Para algunos será cumplir una fantasía erótica. Para otros, fortalecer su relación. Habrá quien pretenda mejoras en la vida social. Y no faltan los ingenuos que vienen al medio buscando una pírrica fama y una popularidad escueta. Sin importar cuál sea la meta real, es necesario, para conseguirla, empezar por conocer a otras personas. El anonimato de los playrooms, es verdad, permite un cierto contacto sin necesidad de conversación, sin embargo no deja de ser una gota en el mar de interacciones posibles. Simple y llanamente, el mundo swinger es una comunidad en la que, en la medida de los intereses de cada quien, hay que hacer por conocer a los demás.

El complejo de la planta carnívora

Mariana y yo, en ese sentido, sufrimos durante muchos años de un mal que intitulé “el complejo de la planta carnívora”. Pensemos en una de esas plantitas papamoscas a las que los entusiastas dan en nombrar “venus”. Ellas, sin duda, viven llenas de ilusiones gastronómicas y saben que, si son pacientes, su atractiva boca enrojecida hipnotizará a un suculento bicho que será digerido sin que la planta realice mayor esfuerzo que el de estar ahí y ser hermosa. Nosotros nos soñábamos plantas carnívoras. De alguna manera, temíamos tanto al rechazo que queríamos pensar que estar en un club sería suficiente para que otros, los cazadores, los audaces, los seguros de sí mismos, nos abordaran.

Confieso que, durante algún tiempo, la estrategia no fracasó del todo. Había que reconocer que estando por debajo del promedio de edad en los sitios que visitábamos y sin ser del todo feos, fuimos, al fin y al cabo, carne fresca que se dejó comer más de una vez. La situación nos permitió, durante nuestros años de iniciación, una tasa de éxito mediocremente satisfactoria sin arriesgarnos a demasiada exposición. Así estuvo bien mientras duró, pero si tuviéramos que volver a hacerlo ahora, lo haríamos diferente. Las plantas carnívoras no tienen muchas opciones para elegir. Tampoco tienen mucha movilidad que digamos. Y, lo que quizá resulta más significativo, las plantas carnívoras están condenadas a ver la vida pasar sin que puedan hacer mucho al respecto.

Los swingers y las decisiones

El tiempo nos enseñó que exponerse un poco, bailar, acercarse a otros y platicar, hacía de la vida swinger un sitio mucho más rico y más disfrutable. Innumerables veces he escuchado a la gente quejarse de que un club “es muy elitista” o de que “sólo hay grupitos que no integran a nadie”. Usualmente hay algo de verdad en esas quejas, pero también hay una parte B de la historia. ¿Qué hicieron ellos para sentirse integrados? ¿Qué tanto se habrán esforzado por preguntar cualquier cosa a los demás e iniciar una conversación? No a todos nos gustan todas las personas. Los swingers no (siempre) queremos tener sexo con el mundo entero y, como dice el refrán, el gusto se rompe en géneros. Pero somos una raza especialmente abierta a socializar con extraños. Esa es una cualidad que una pareja planta carnívora podría aprovechar para dejar atrás su cautela.

Este mundo se trata de elecciones. Venimos aquí porque nos gusta saber que tenemos el poder de decidir con quién, cómo y en qué circunstancias follamos. Eso es mucho más de lo que puede decir la mayor parte de la gente. ¡Ahí está nuestro privilegio! Si nuestro tesoro es ese poder, ¿para qué renunciar a él esperando que sean otros los que decidan acercarse a nuestros dientecitos de planta carnívora? ¿Para qué tomar la ruta pasiva?

No existe, siempre lo hemos dicho, un camino de recetas. Asumirse cazador no es lo mejor para todos, y cada quien tendrá que decidir en que nivel de comodidad se siente para aventurarse más o menos. Lo que pretendo con este artículo es, simplemente, invitar a buscar razones para atreverse. Si nuestra zona de confort está en B, tal vez, y sólo tal vez, sea un buen momento para probar C. Cada quien es libre y dueño de sus acciones, lo único que digo es que algunas actitudes son mejores para  atraer a otras parejas y que, al final, este estilo de vida tiene mucho que ver con socializar.

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About the Author: Diego V

Diego y Mariana son una pareja swinger mexicana aficionada a contar sus historias y a compartir sus aventuras en el estilo de vida sw. Los autores detrás de "Jardín de Adultos", "¡Mariana no da consejos!", "Breve Manual para Swingers" y otros muchos proyectos dirigidos a dar información sobre el ambiente liberal y a fomentar una cultura de diversidad, sexo positivo, y educación responsable.

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