Los conocimos gracias al blog hace mucho tiempo, cenamos juntos los cuatro y la cosa no pasó a mayores aunque de inmediato nos gustamos todos y todos nos caímos bien. Pero ellos se fueron a vivir su vida y nosotros no hicimos muchos esfuerzos por encontrarlos de nuevo. Ya lo decía el poeta: lo que no fue no será. El caso es que hace una semana nos topamos con Ella en el super y luego del incómodo momento en el que no se sabe si saludar o no, nos descubrimos conversando con soltura entre frutilupis y pambimbo.
Había dejado al chico con el que la conocimos y estaba saliendo con otro. Nos platicó que la vez pasada, Él tuvo la idea de nuestra cita, pero Ella no estaba de acuerdo y por eso nuestro encuentro no nos llevó a ninguna cama. Después avanzaron, conocieron a otras parejas y se metieron a más de un cuarto oscuro. En fin, luego de probar sus límites, Ella y Él, descubrieron que no tenían tanto en común. Dejó entrever que todavía quería seguir jugando, pero el nuevo Él, a quien en lo sucesivo llamaremos Él, nunca había traído el tema a colación, y a Ella le daba un poco de pudor proponerlo.
Por eso, y porque empezaba a ser indiscreto hablar de orgías estando tan cerca de la carnisalchonería, los invitamos a cenar a casa. No había un plan establecido, pero habíamos firmado una complicidad tácita en la que Mariana y yo seríamos utilizados en la iniciación de Él. Así que cenamos cocina de Mariana y bebimos suficientes Malbecs antes de que ella, sin previo aviso le dijera a su hombre que quería masturbarse. Se puso blanco y de pronto no supo si había escuchado bien, o si lo que tenía era un delirio provocado por el tinto. Ella puso cara de no entender su desconcierto, como si su frase fuera equivalente a “voy al baño” o “tengo hambre”. Cuando finalmente, Él encontró una reacción viable, ésta consistió en contrarestar cinismo con alevosía. “Mastúrbate, entonces”, le contestó. Volteó a vernos esperando que sigueramos la conversación en dónde la habíamos dejado. Me decidí a hablar de Watchmen o de alguna otra cosa similar y Ella se recargó de fondo en el sillón y comenzó a tocarse sobre la ropa. Él hacía esfuerzos por mantener la mirada fija en nosotros que continuábamos hablando como si tal cosa. Ella se tocaba cada vez con mayor insistencia, y nosotros manteníamos con maestría nuestra neutral actitud.
De golpe, ella se detiene y le reprocha. “Así no puedo, tienes que darme algo en que pensar.” En el se agolpaban las emociones de forma sinestra. Era obvio que el derroche de su novia lo exitaba mucho, pero el contexto no parecía lógico, y entonces su angustia estribaba en no saber qué hacer, en no saber qué se esperaba de él. Lo imagino sintiéndose en el centro urbano de un país donde nadie habla su idioma y donde la vida pasa más rápido de lo que él puede procesar. “¿Qué quieres que haga?” Su voz es muy divertida, se sabe en medio de una broma en la que le gusta estar, pero no sabe en qué momento él mismo será quien cruce la línea y quede en ridículo. Mariana lo percibe y decide ir en su auxilio. Primero le ofrece más vino a él, y como si fuera parte del menú le pregunta a ella que si puede ayudarla. “¿Quieres que se la chupe a Diego?”. Él había aceptado el vino, pero la opción de la mamada… Ella dice que no, “¿Puedes mejor chuparsela a Él?” “Claro, nena” (Me divierte mucho cuando las mujeres se dicen nena). Nuevamente la cara de Él revela la sonrisa del que no sabe dónde esconderse, pero su mirada deja ver que no quiere realmente esconderse. Ella se sigue tocando. Ahora ha levantado su vestido hasta arriba y la mano delgada sube y baja por una tenue pantaleta con corte de boxer. Mariana no le pregunta a Él su opinión. Para el caso tampoco me la pregunta a mí, pero Él, encambio busca ver en mis reacciones algo que le de luz. No reacciono, me sirvo otra copa y continúo en… “el Dr. Manhattan, aunque hay físicos que digan que es viable, filosóficamente me parece un personaje imposible, y por eso me gusta tanto. No tiene emociones pero de todas formas vive ligado a sus lugares comunes.” Mariana ya está de rodillas frente a Él. Tiene su pene entre las manos, y antes de lamerlo lo pasa de un lado a otro. Sospecho que Él ya no me hace caso y pruebo con una pregunta. “¿O a tí que te parece que mantenga todo el tiempo una postura moral a diferencia del Comediante, para, a final de cuentas, decidirse a largarse a Marte bajo la premisa de que en la Tierra nada tiene ningún valor.” Lo sospechado, éÉ ya no me contesta, o si lo hace, pero haciendo evidente que ya no tiene ningún interés en mí. En este momento, tiene, con la anuencia de Ella, el miembro metido entre los dientes de mi Mariana, y a mí parece no importarme. No sabe que está pasando, pero sabe que tiene todas las ventajas. Las pantaletas de Ella ya estan en el piso, y sus jadeos ya no tienen nada de cautelosos.
Pienso entonces si lo que me corresponde ahora es ayudar a Ella con esos deditos que lascivamente entran y salen de su sexo. Si debo ofrecer a mi invitada un pene para que ella, como Mariana, tambien pueda jugar, o si mi opción es hacerle el amor a Mariana, a la vista de ambos, para que las visitas puedan inspirarse y crear su propia aventura. Mienrtras pienso, me quedo sentado. Me recocijo con el espectáculo de una mujer absorta mirando disfrutar a un hombre que se deja llevar por una mujer de la que yo estoy enamorado.
Imagen via: Sicalipsis
Solo puedo agregar que las mejores situaciones son cuando nacen asi, sin esperarlo y sin planearlo… Por supuesto que hay que estar preparado para esto y es lo que la pareja debe hacer siempre, hablarlo, porque uno nunca sabe cuando llegaran estas situaciones y en ese momento se tratara simplemente de relajarse y gozar y recordar que en la pareja hay amor, el amor se fortalece con estas cosas y que esto es simplemente…sexo
Me encantó este relato… me gustaría que me pasara algo similar.
No cabe duda, este relato ha hecho estremecer mi entrepierna. Desde que los encontré no dejo de leerles. Les felicito por tan exquisitos escritos! Ojalá y algún día podamos conocerles. Besos cachondos a ambos!