Intercambio de parejas: ¿Caducó el concepto?

En el vocabulario swinger, “intercambiar parejas” es un término muy usual que se explica por sí solo. A tiene relaciones sexuales con la pareja de B. Por consiguiente B1 también tiene relaciones con A1. Estas interacciones se dividen en soft y full dependiendo si hay o no coito. Pero en estos tiempos en los que hemos aprendido que el sexo es mucho más complejo que el histórico mete saca, valdría preguntarse si “intercambio de parejas” es aún una expresión vigente.

Intercambio de parejas: ¿Caducó el concepto?

¿Intercambiar parejas sigue vigente?

Puedes escuchar la versión sonora de este post sobre el concepto de intercambio de parejas

Swinging e intercambio de parejas no son la misma cosa

Acabo de ver dos películas de temática swinger producidas en 2017, una española y otra canadiense. Ambas tramas enfocan tanto la experiencia sw en el intercambio de parejas que los protagonistas juegan en habitaciones separadas. Los vainillas asumirán que así es, pero para las parejas del medio, es evidente que este no es el retrato más preciso sobre nosotros y que el acuerdo estereotipado de “tú con la mía y yo con la tuya” ha evolucionado mucho, especialmente con los nuevos discursos sobre sexualidad. Por eso me pregunto si no estaremos frente a un buen momento para replantear, no sólo el uso de término, sino el concepto del “intercambio de parejas” y su vigencia en el swinging  hoy en día.

No pongo en duda que intercambiar parejas sea, para muchos en el ambiente, una parte esencial del juego swinger. Conozco gente que, a pesar de haber pasado noches sexualmente muy satisfactorias, las describen con un dejo de frustración porque no “llegaron al inter”.  Pero también he visto, a lo largo de los años, cambiar la dinámica de los encuentros sw hacia formas menos simétricas, pero mucho más libres. Nosotros mismos hemos aprendido que cuando cada individuo hace lo que quiere, sin necesidad de replicar la rutina especular del dando y dando, nos divertimos mucho más.

Es ahí donde comienzo a pensar en que el lenguaje nos limita. Si bien, hace varios años, las comunidades swinger nos deshicimos del odioso vocablo “intercambio de esposas”, aún quedan en el discurso algunos remanentes de este concepto tan mercantilista. Suponiendo sin conceder que ya no sea,  exclusivamente, a ellas a quienes les toca jugar el rol de moneda de cambio, la palabra “intercambio” sigue estableciendo un mecanismo en el que algo se da para obtener derecho a recibir su equivalente. No es que esté mal. Todos amamos los festejos navideños y su abundante ir y venir de obsequios ¿o no?

Intercambiar es dar esperando algo a cambio

Me remito a la tele, algunas veces tan llena de sabiduría. Sheldon Cooper odia los regalos porque establecen un compromiso tácito de reciprocidad que, en la mente del doctor, tiene que ser equilibrado al centavo. Le generan, por lo tanto, un estrés innecesario y prefiere mantener sus relaciones interpersonales en homeóstasis libre de presentes. Y parece que no, pero a los swingers nos pasa algunas veces lo mismo, y nos deja, frecuentemente, con la misma pesadumbre que a Martínez el de contabilidad. Pobre, le regalaron calcetines en el intercambio y él que compró una botella de champaña premier cru grand vintage y  tantos otros apellidos. (Poco sabía Martínez que quien recibió su botella era un evangelista abstemio que hubiera preferido los calcetines, pero en fin).

Para los de nuestro gremio es un poco más complicado, porque suele ocurrir que un miembro de la pareja es el que consigue el obsequio y es el otro quien paga la cuenta de la reciprocidad. Ya lo sé, me van a decir que “no es no” y que nadie está obligado a hacer lo que no quiere. Sí claro, pero también sabemos que del dicho al hecho se cayó la sopa y más de una persona (mujeres, especialmente, aunque sucede en ambos sentidos) se ha sentido, si no forzada, al menos comprometida a ceder porque su pareja ya estaba más que enredada en las mieles de otro cuerpo.

Porque como se trata de un “intercambio” y se le piensa de esa manera, es normal que, como le ocurría a Sheldon, la gente espere recibir cuentas más o menos precisas y se sienta obligada a liquidarlas de la misma manera. Si no me creen, recurran a su memoria. ¿Cuántas veces han escuchado a alguien quejarse porque “él siempre quiere jugar y ella no le entra”?

¿El intercambio de parejas seguirá siendo la práctica sw más común?

Qué diferente sería si, en lugar de ceñirnos al concepto de “intercambio” simplemente dejáramos que las cosas ocurrieran en un libre tránsito de besos, caricias, fluidos y conversaciones. Porque, además, no a todos nos gusta lo mismo y lo que nos gusta también es variable según la ocasión.  Forzarse a equilibrar la balanza, aunque en teoría sea en favor nuestro, puede ser también decepcionante. Imagino a Mariana ardiendo a horcajadas sobre un hombre que la derrite con la pelvis, y a mí sin mucho ánimo de tener sexo penetrativo, pero muriendo de ganas de dar sexo oral a la esposa del apolíneo garañón. Si, en lugar de hacer lo que tengo ganas de hacer, buscase el del quid pro quo, coger porque es mi derecho, quedaría irremediablemente  incómodo e insatisfecho. Muy posiblemente ella también.

Porque hay un millón de alternativas más allá del “intercambio”. Ella puede querer jugar con Mariana y no follar conmigo. Yo podría querer simplemente ver. Mariana podría querer compartir al hombre. El hombre podría desear penetrar a su esposa y besar a Mariana. Ella y yo podríamos querer servirnos un trago y platicar sobre crianza responsable. Vamos, que si en lugar de pensarlo como el intercambio navideño de la oficina cuando todos terminamos regalando tarjetas de Amazon de 500 pesos por no meter la pata, nos asumimos como en un buffet en el que cada quien trae lo que que quiere dar y cuando no hay el platillo que se nos antojaba, no pasa nada, todos la pasaríamos mejor.

Será evidencia anecdótica y no tengo estadísticas claras porque esto es un blog y no un artículo en Nature, pero sí observo que cada vez son más parejas las que lo ven de esta manera. Una juega, el otro no. Uno besa, la otra platica. Unos hacen. Otros se dejan hacer. También me doy cuenta de que quienes lo viven de esta forma lo disfrutan más y se rasgan mucho menos las vestiduras. O bueno, tal vez se las rasgan pero sólo porque les parece sexi hacerlo.

¿Qué opinan ustedes? ¿Más juego y menos intercambio?

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About the Author: Diego el de Mariana

Diego y Mariana son una pareja swinger mexicana aficionada a contar sus historias y a compartir sus aventuras en el estilo de vida sw. Los autores detrás de "Jardín de Adultos", "¡Mariana no da consejos!", "Breve Manual para Swingers" y otros muchos proyectos dirigidos a dar información sobre el ambiente liberal y a fomentar una cultura de diversidad, sexo positivo, y educación responsable.

4 Comments

  1. Definitivamente existe un mundo de posibilidades, el intercambio estricto ya no es opción como dices, así que a divertiste con lo que más nos guste y nos emocione, mientras se pueda.

    Felicidades por tu artículo.

  2. Hola!

    somos una pareja argentina en la que, por nuestras reglas, no practicamos intercambio. Mi esposo, de comun acuerdo, no participa y yo decido que y con quien. me gustan mucho las mujeres y suelo buscar experiencias lesbicas en donde ella y yo gocemos y ellos miren…o puedo aceptar un trio con la pareja si el hombre nos deja un rato a las dos mujeres para gozarnos antes de entrar. Nos pasa que muchas veces nos han mirado como “raros” porque pareciera que sio o si debe haber intercambio. Y no se deja fluir el encuentro. las dos muchas veces estamos disfrutando solas y todo se frustra porque no s edeja fluir el momento lesbico porque se entiende que debe existir el intercambio. Y es una pena. Hay parejas para intercambios y parejas que no lo aceptan tanto.

  3. Un texto verdaderamente sensato, y yo pienso que la raiz de una nueva manera de evolucionar este modelo no monógamo porque efectivamente la reciprocidad y la transacción utilitaria (intercambio) son temas que preferentemente no deberían de regular la experiencia.

  4. A mi chica y a mí nos ha parecido muy interesante este post. Sinceramente, coincidimos. El swinging nos ha abierto un mar de oportunidades. Al principio solo creíamos que era mucho menos de lo que es. ¡Un saludo!

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