El club swinger y la misa católica
- Primera vez en un club swinger
- ¿Hay que participar en una fiesta sw?
- ¿Se puede ir y sólo ver?
- ¿Qué se espera de una pareja nueva en un club swinger?
¿Se puede ir a un club swinger sólo para observar?
Esta pregunta tal vez ocupe el lugar número tres en la lista de las más frecuentes. Siempre contestamos: “¡Desde luego!” pero hace un par de días, después de una amena conversación con un renombrado empresario del medio, una idea se mantuvo dando vueltas en mi cabeza. Más allá de “no es no”, “nadie está obligado a nada” y “el respeto es fundamental” entre tantas otras consignas que se leen con claridad en la publicidad de todos los clubes sw, hay algo que resulta más complejo. Para desarrollar la idea utilizaré el ejemplo de una misa católica porque, al menos en México, se trata de un referente común a todos independientemente de su credo o falta de éste. Ya sé, hablar de swinging y eucaristías al mismo tiempo, a lo mejor, hace que a alguno le salga urticaria, pero estoy seguro de que nadie con ese perfil lee este blog a menos que esté deliberadamente buscando en internet razones para ofenderse.
Swinguear es un ritual colectivo.
Incluso los descreídos hemos asistido motu proprio o por compromiso a más de una misa católica tal vez en su modalidad boda, bautizo o graduación. Entre la concurrencia, hay un enorme espectro de convicciones y quienes no pertenecemos a la grey somos igualmente bienvenidos a formar parte del ritual. ¿Es obligatorio comulgar? ¿Rezar el Padre Nuestro? ¿Responder a coro las sentencias del sacerdote? No. Yo, personalmente, disfruto mucho la parte en la que le doy la mano al vecino y le deseo paz. No es necesario creer en Dios, o en un dios en particular para extender buenos deseos al prójimo y hasta ahí queda mi nivel de compromiso con la celebración.
Sin embargo, aún sin la exigencia de intervenir activamente en las etapas ceremoniales, se espera una actitud participativa. Se entiende que una comunidad nos abre un espacio para que, aún desde nuestra condición de forasteros espirituales, seamos parte del rito y nos involucremos con sinceridad en los ires y venires del culto. Quien prefiere regocijarse en su apostatismo y restarse por completo del sentir grupal, hará mejor en esperar en el Oxxo de la esquina o alcanzar más tarde a la familia en el salón de fiestas. No pasa nada. Es decir, entrar a misa es una decisión que un adulto toma de forma autónoma en la que, por el motivo que sea, está dispuesto a sumarse al sentir colectivo.
De la misma forma, en un club o en una fiesta swinger ocurre un ritual social conformado por una comunidad de ¿devotos? en distintos niveles. Existen códigos y protocolos, pero más profundo que ello, existe una voluntad colectiva de que las cosas ocurran de la mejor manera para todos. Las instalaciones del club son simplemente una escenografía, la fiesta la hacen los asistentes deseosos de vivir una serie de experiencias en conjunto. A ese misterio es al que los visitantes están convocados. Ese es el pacto que sí hay que respetar independientemente de si se es o no swinger.
Así como en la iglesia no se debe jugar Candy Crush o aprovechar el tiempo para contar al acompañante los chismes de actualidad, quien visita un club swinger por curiosidad no debería abstraerse de lo que ahí ocurre. ¿Se vale sólo ver? Sí, pero no como quien va a ver a un zoológico o, peor aún a un table dance. Los asistentes a este otro ritual, acaso más carnal, no están ahí para satisfacer el fisgoneo de los turistas, ni para calentarles la cabeza con fantasías pornográficas. Están ahí para construir juntos una excepción en el espacio de lo cotidiano, una heterotopía. Colaborar con esta tarea no precisa ser swinger, ni intercambiar pareja, ni quitarse la ropa ni cosa parecida, requiere simplemente de voluntad y de respeto.
¿Cómo participar en una fiesta swinger?
Swingers o no, todos tenemos nuestra propia definición de sensualidad que, en muchos casos coincide en lo general con la de otros. Por eso, es relativamente sencillo darse cuenta de si un club está interesado o no en propiciar un entorno erótico para ambos sexos (no sólo para los hombres, cosa que ocurre con más frecuencia de lo que debería). Pero no importa cuánto esmero hayan puesto los organizadores en la ambientación del local si las parejas asistentes no llegan con la mejor de las intenciones. “No preguntes” decía un popular mandatario gabacho “lo que tu país puede hacer por ti…”
Cuando se llega a un club con la idea de investigar “si es lo nuestro” o “de qué se trata”, la experiencia será mucho más rica si viene acompañada con la intención de divertirse. ¿Qué significa eso? Lo que signifique para ustedes, a lo mejor les gusta bailar. Bailen, entonces. O hacer conversación con otros; adelante, esa es una gran oportunidad para resolver sus dudas. A lo mejor quieren tener sexo entre ustedes frente a la mirada cómplice de los demás. También es una opción. El punto es hacer por estar presentes según su propio nivel de comodidad y confianza. No se trata de hacer nada que los incomode, pero tampoco está bien sentarse a esperar pasivamente que su fantasía más candente se materialice como genio de la lámpara maravillosa. Incluso, si su deseo es sólo ver y aprender, háganlo de manera respetuosa y consciente de los demás.
Por eso el código de vestuario swinger es importante.
Quienes estamos dentro del estilo de vida swinger asistimos a los clubes a swinguear (dispensen la obviedad y síganme un poco más). Entiéndase swinguear como socializar en un entorno relajado y sensual abstraído de las convenciones tradicionales. Besamos, tocamos, coqueteamos, o tenemos sexo según nuestro estilo y preferencias, pero siempre con la complicidad del grupo. Mariana y yo, podemos, claro, asistir a una fiesta y sólo valernos de nuestra recíproca compañía. Nadie lo duda. Pero habría que ser un tanto deficiente para no reconocer que esa compañía está nutrida por una atmósfera particular generada por los demás asistentes y por sus acciones.
Nos arreglamos para una boda porque mandamos un mensaje. Decimos a los demás que esto es tan importante que bañarse mereció la pena. En un club o en una fiesta swinger la mentalidad correcta tendría que ser: quiero gustar. Primero, a mí mismo, por supuesto. También, quiero sentirme seguro, confiado y seductor para gustar a mi pareja, para entregarle mi compañía de la mejor manera posible. Pero también quiero gustar a los otros. Para fines prácticos, me interesa ser atractivo para aumentar mis posibilidades de ligue con otras parejas, pero aún cuando este no sea mi objetivo, aún así, mi participación debería mandar un mensaje: Esto es importante, y les agradezco a todos por gestar este entorno sensual que deseo disfrutar con mi pareja.
Los disfraces, la ropa sexi y la parafernalia son una de nuestras aportaciones al bien común, a la misión de generar juntos el espacio adecuado para la fantasía de todos. Quien va al club con la ropa que llevó al trabajo, o con lo primero que se le cruzó al salir está, consciente o inconscientemente, llevando a lo cotidiano el ritual que todos los demás nos propusimos hacer extraordinario.
Cada quien sus ritos.
Lo importante no es el vínculo entre lo sagrado y lo profano. Sentar a la mesa a la orgía con la homilía no se trata de mostrar dos caras de la misma moneda ni, mucho menos de apelar al sentido transgresor del lector. Pretendo más bien utilizar un lenguaje que presumo moderadamente común, pero puede usarse cualquier otro ejemplo. Todos pertenecemos a distintas comunidades y conocemos bien sus rituales, por pedestres o sublimes que éstos sean. Los cánticos del estadio de futbol, la rueda de casino cubana, los códigos entre montañistas, o la etiqueta de la mesa pudieran ser más cercanos para algunos. La idea primordial es que cuando una pareja que curiosea con la idea de merodear por un club swinger se pregunta honestamente qué debe y qué no debe hacer, podría tomarse a sí misma como referente. ¿Qué espero de alguien que, sin pertenecer aún a mi comunidad, pretende ser espectador en nuestros ritos?
Nadie puede expresarlo de mejor manera. Me encanto la comparación con la misa. Si no vas a misa a jugar candy crush, porque ir a un club sw a abstraerse en los videos de la televisión o estar embutido en el teléfono. Hay que participar aunque sea como espectador. Felicidades Diego !!
Uff, nosotros los hemos escuchado con los Whispers, con Ale y Manuel, somos nuevos en todo lo relacionado con este estilo de vida, nosotros aun estamos en el camino de las dudas, de los miedos, como pareja estamos estables, no es un medio para salvar o recuperarnos.
Yo Alex he sido el que ha estado tildando a mi mujer a que le interese el tema, día con día, he logrado que vayamos a un par de clubs SW, estamos en Twitter, nos interesa ver, somos cómplices para ver, hemos descubierto nuestro lado vouyeur y ella su gusto por ver mujeres, estamos rompiendo con la cultura ancestral que ha caído en nuestra formación, es lo mas complicado como primer paso, en muchos podcast no han mencionado que sucede con aquellos que quizá quieren, pero por cultura no se animan, ese es nuestro caso, ya que para nosotros y en especial para ella, romper con la cultura de su formacíon, ha sido el factor más grande.
Leerles y estar visitando su pagina es de 10, mil gracias a ustedes!! Este post está GENIAL!
Muchas gracias por leernos. Nos alegra muchísimo saber que de algo les ha servido nuestro blog y lo que alguna vez hemos dicho. ¡Bienvenidos al mundo SW, esperamos que encuentren lo que necesitan!
Mi novia y yo visitamos este verano un club liberal en Vera Almeria, fue todo muy raro y surealista,nunca habiamos estado antes,una sala con varias camas colchoneta con cortinas donde estuvimos intentando ella y yo,habia mas parejas alrededor,no dimos cuenta eran casi todos por encima de 50,pero tampoco se veia mucho, el caso que entre que empezamos a beber antes de ir a este sitio,y el la frustracion que tenia mi novia pues no pude se me bajaba la ereccion.La pareja que habia al lado ya bastante mayores por cierto ,,mi novia dice superaba los 75, yo creo ke alrededor,se acerco el senor y dijo si podia mirar y participar con su mujer,pero ya se habian dado cuenta de que yo no podia,y aprovecharon para participar,yo estaba frustrado pues llevabamos rato y no conseguia poder penetrar bien a mi novia,Al final al cabo de un rato que yo estaba acariciando la pareja sde el por compromiso la verdad, pues no me gustaba y tampoco tenia humor, empezo o oir como suspiros y veo a mi novia encima de el,me entro una mezcla de sentirme humillado pero excitacion al mismo tiempo.Una noche surrealista que nos avergonzo a los dos despues al llegar a casa, casi no hablamos del tema.No hemos vuelto a repetir.
Hola, linda tarde, como están.
Somos una pareja estable de 28 años de casados, con 47 y 48 años de edad respectivamente. Apenas abrimos nuestro Twitter para conectarnos un poco con el life style, con muchas dudas pero más interés en conocer e introducirnos en éste grandioso mundo. Aún no hemos visitado ningún bar ni evento swinger, todavía tenemos muchas dudas y quizá temor. Qué reseñas podrían darme de SQ o algún lugar lindo en el centro de la cuidad, ya que vivimos en la Col. Del Valle.