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Why Not, hotel swinger friendly en Celaya, Guanajuato
Una pareja de hoteleros de Celaya decidió embarcarse en una nueva y arriesgada apuesta. Abrir un hotel campestre para gente con amplio criterio. Se dice fácil, pero no lo es, porque la gente con mente libre y tolerante, a menudo, resulta ser más sectaria de lo que presume y prefiere que sus conductas sexuales alternativas queden debidamente clasificadas por especie. Aquí los monógamos, aquí los polígamos, aquí los privilegiados, aquí la clase trabajadora, aquí los heteros, aquí los no tanto y aquí los francamente gays. Aunque absurdo, es comprensible. En general buscamos los espacios en los que nos sentimos cómodos rodeados de gente que se parece a nosotros. El espíritu de identificación y segregación es, inherentemente humano y los swingers, verdad sea dicha, tendemos a ser más bien, conservadores.
Sin embargo, cada tanto, surgen personas que entienden que todos venimos del mismo sitio y que cualquiera que haya desafiado los paradigmas sociales para buscar otras opciones sexuales consensuadas ha cruzado obstáculos similares. Why Not? pretende albergar a ese tipo de personas que dejaron de creer en el pudor y empezaron a disfrutar. Insisto, es un reto difícil, pero necesario y por eso esperamos que les vaya muy bien.
Un hotel para fiestas
Why Not? es un hotel rodeado de nada y con un terreno suficientemente grande como para ampliar su actual estatus de diez habitaciones y comenzar a ofrecer otras alternativas (¿camping, glamping, alberging, más habitacionings?). Los dueños, lo que tienen claro es que visualizan su propiedad como un foco para la fiesta en grande. Y para eso tiene, sin duda, potencial. Potencial que requerirá inversión y trabajo, pero que apunta en una buena dirección. Su arquitectura está, claramente, diseñada para guateques en la alberca y para cenas al aire libre. Es fácil imaginarla como sede de desenfrenadas despedidas de soltería, como campamento para festivales de cultura alternativa, o claro está, para fines de semana swinger.
Llegamos a la inauguración el sábado a media tarde, casi los últimos. Había cerca de veinte parejas, de las cuales sólo conocíamos a una. Algunas son de Morelia, Guadalajara, Querétaro… circuitos en que aún hay cabida para opciones sw. Muchos se habían quedado desde el viernes y se notaba que la congregación estaba bien integrada. Los Pandoros salieron a recibirnos y gentiles nos ofrecieron bebida y alimento. Acompañamos la carne asada con el epílogo de la conversación de algunos de los asistentes que, en torno a la mesa, reunían ánimos para emigrar hacia la alberca.
Allí, una banda iniciaba su actuación con clásicos apropiados para gente de mi edad. Agradecí el ambiente. Se parece al hedonismo elemental que me gusta: exterior, cerveza, carne, música en un volumen amable y la figura en la alberca de una mujer morena y bellísima en bikini magenta. Ese es el momento en el que uno puede olvidar la carretera y lo que quedó detrás de ella y simplemente dejarse ir abierto a posibilidades venideras.
Tarde ¿nudista? bajo el sol
No quería entrar en la alberca porque, como era de esperarse, no llevaba traje de baño y todos los asistentes lo usaban. Mariana sí había empacado uno, porque por la mañana le sugerí que lo hiciera, sin embargo, no soy de los que siguen sus propios consejos y ahí estaba yo, bajo el sol, junto al agua y en jeans. Afortunadamente, la rubia norteña, la mitad más hermosa de la pareja que sí conocíamos, primero me recordó las razones por las que me gusta tanto encontrarla con un beso de esos que sólo a ella le salen así. Después me recordó quiénes somos contándome que a las primeras personas que vio desnudas en una fiesta fue a Mariana y a mí. Se refería a una albercada en el Pistache en la que, como en esta extraña ocasión, no había títere sin bañador. Aquella vez, resolvimos nuestro predicamento metiéndonos al agua en pelotas (como siempre lo hacíamos) y eso nos salvó de perdernos de la convivencia de los otros.
Junto a la alberca hay una zona de camastros con un letrero que me llamó la atención. Dice: “Sex aloud”. Me hizo pensar que tal vez los dueños ya conocían a mi esposa y habían colocado el letrero como advertencia a otros huéspedes. O tal vez, el hotel, simplemente quería fomentar esa bella práctica sinfónica y gutural entre los visitantes. En fin, que si eran tan permisivos, seguramente nadie condenaría mi falta de ropa.
La fiesta de inauguración de Why Not?, hotel liberal en el Bajío
La temperatura había bajado y el sol estaba por desaparecer. Todos habían cambiado ya la alberca por el jacuzzi tratando de mantener el calor corporal. El servicio de bebidas, paulatinamente, se hizo más lento hasta que una mesera anunció que en esa barra ya no quedaba nada. Hora de salir del remojo, arreglarse para la noche en un escenario distinto situado como a unos sesenta metros y ataviado con muebles estándar de bar y una mesa con canapés. En un rincón dispusieron un pequeño playroom con gusto de Aladino technicolor que quedó muy coqueto con sus lámparas colgantes y almohadas mullidas. La gente apareció vestida de blanco y los meseros ofrecían clericot. Sin pensarlo mucho pedimos que nos siguieran sirviendo gin and tonic, pero ya no había ni gin ni tonic y nos trajeron un brebaje de vodka con agua mineral que no sabía nada bien. Aprendimos, la lección. Si te ofrecen clericot, bebe clericot. Y eso hicimos el resto de la noche, hasta que descubrí que vino sí quedaba.
Hubo espectáculos, claro. ¡Que esto era inauguración y había que echar la casa por la ventana! El evento principal fue un comediante regiomontano que, a pesar de todos los prejuicios que cargo contra el stand-up mexicano, me hizo reír muchísimo. El joven Cantú, quien estuvo ahí desde el día anterior, se convirtió en el amigo de todos los asistentes y durante el fin de semana fue la estrella de todas las conversaciones. Así que su presentación fue, más bien, el colofón de una amistad bien apuntalada entre un grupo de swingers y un ejecutante que hace de su homosexualidad materia prima de su trabajo, un lindo ejemplo de los alcances de la convivencia entre adultos de mente libre.
Lo que hay que saber de Why Not?
No es un hotel swinger, sino un espacio abierto a la diversidad donde todos son bienvenidos, también nosotros. Es cómodo, pero no es extraordinario. Tanto las habitaciones como el resto de las instalaciones y el departamento de alimentos y bebidas ofrecen lo necesario para pasarla bien sin los estándares a los que las otras opciones del nicho tienen acostumbrado al mercado. Los precios aún están por verse, pero bien jugadas las cartas, Why Not? sí podría convertirse en una alternativa atractiva.
¿Lo que más me gustó? Las hamburguesas que sirvieron para la tornafiesta estaban realmente buenas.
Durante esta primera etapa, el hotel no está abierto para fines de semana regulares, sino que tiene programada una fiesta mensual de aquí hasta el final del año con la idea de ir haciendo crecer su base de clientes.
Más información en su página web: https://whynothotel.net/