Las tres gracias

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Relato erótico con tres mujeres

Estallidos eróticos en la penumbra

La forma en la que nos acomodamos en la mesa del club dejó fuera del alcance de mi mano, más no de mi ojo, el coqueteo sutil de ellas tres. Ocurrió como por arte de magia. Cuatro parejas habíamos pasado la tarde juntas en una reunión que, salvo algún apropiadamente inapropiado comentario, podía haberse calificado de absolutamente inocua. Pero llegó la noche y con ella el compromiso de asistir a la apertura del club de unos bueno amigos.  Un sortilegio semántico ocurrió, y los vestuarios ordinarios dieron súbito pie a escotes pronunciados, piernas enfundadas en licras, y a reducidas faldas, de esas que prometen más de lo que esconden. La muda de hábitos anunciaba un cambio rotundo de contexto y así fue como los cuatro corteses matrimonios se transformaron en noctámbulos usuarios de prácticas lascivas para ir a dar a un segundo piso en San Ángel. Ahora, tres mujeres compartían frente a mí un sillón y un poco de ganas de comerse.

Mariana era la que estaba a la derecha. La veía cómoda, pero quizá menos dispuesta que la Curadora, la rubia como cuento que ocupaba el otro extremo. En el centro, la Princesa del Ocote, repartía traviesas atenciones hacia ambos lados. Más de una vez, se habían perdido las dos de la izquierda en un largo beso con intensas caricias, y el resto de la tropa se alegraba con la vista. Me fijaba con detalle en las reacciones de mi esposa que, cuando le tocaba el turno de recibir muestras públicas de afecto, se dejaba besar y acariciar por esa chica incendiaria, pero moderaba sus respuestas. En otro ambiente, quizá yo hubiera creído que simplemente estaba siendo correcta, pero aquí se encontraba entre su grey y no había necesidad alguna de aparentar. Algún juego propio traía en la cabeza, y esa posible trama me atraía mucho.

Todos tenemos una razón primaria para estar en el ambiente. Llenamos páginas y páginas con motivos y con historias, pero si quitáramos todo, podríamos quedarnos con un ingrediente esencial, con un tesoro único al que siempre queremos volver, una especie de principio detonador de la lujuria que nos hace regresar una y otra vez para abrevar del mismo tipo de experiencia. Para mí es un gesto de Mariana, una luz que le toca el rostro cuando coquetea, cuando mira con deseo un cuerpo, cuando recibe con los labios una oferta que no puede rehusar. Es inefable pero se mantiene con tenacidad en mi cabeza y, cuando ocurre, abandera inequívocamente, el desfile de lo que será una noche absoluta, una narración para el jardín. Apareció de pronto cuando la Princesa del Ocote se acercaba por detrás de ella y le besaba el cuello. Dos diosas detenidas en el tiempo. Al principio su rostro se veía divertido: dejarse hacer es un juego que le gusta. Pero repentinamente su cara se transformó con ese destello inexplicable y, del otro lado de la mesa, encendió en mí un interruptor.

Aún seguía sin poder acercarme. ¿Sin querer acercarme? Las tres gracias, que ya se deshacían impúdicamente en obscenas complacencias, parecían llamas de una fogata hipnotizante. La mujer del centro extendía sus manos hacia dos puntos cardinales, tal vez, demasiado al sur y las otras dos le comían por turnos los senos y la boca. No había nada de recato en esos escarceos que, bajo otras normas resultarían tan improbables. Una fiesta tripartita. Una oda al momento. Un carnaval en el sentido más carnal de la palabra. Las señoras civilizadas de hace horas, compartían entre ellas el deleitoso encanto de burlar fronteras con los dedos. Los gemidos se veían venir en hordas. Los orgasmos se formaban silentes bajo la música que las bocinas vertían ajenas a su entorno. Dos maridos encontraron forma de ubicarse cerca de ellas, y sin interrumpir la ninfática coreografía, se las ingeniaron para funcionar como actores de reparto. Para mí la contemplación era suficiente; abrir la tapa de la memoria y guardar ahí todo lo posible. Es probable que más tarde necesite esas imágenes.

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About the Author: Diego V

Diego y Mariana son una pareja swinger mexicana aficionada a contar sus historias y a compartir sus aventuras en el estilo de vida sw. Los autores detrás de "Jardín de Adultos", "¡Mariana no da consejos!", "Breve Manual para Swingers" y otros muchos proyectos dirigidos a dar información sobre el ambiente liberal y a fomentar una cultura de diversidad, sexo positivo, y educación responsable.

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