Chuck Palahniuk: Fantasmas

“…Este ángel lo saca con su silla de ruedas por una salida de incendios para que pueda pasar el día en la montaña rusa. O lo lleva a dar vueltas por el centro comercial. Este vejestorio adolescente y una mujer preciosa que tiene edad para ser su madre. Ella lo deja machacarla al paintball y deja que la pintura le estropee el pelo. Y la silla de ruedas de él. Ella prueba una partida de pistolas láser. Se pasa toda una tarde tórrida y soleada cargando prácticamente con el cuerpo arrugado y semidesnudo de él hasta lo alto de un tobogán de agua, una y otra vez.

Como él nunca se ha colocado, el ángel roba marihuana de la cajita donde la esconde su hijo y enseña al señor Whittier a usar una pipa de agua. Charlan. Comen patatas fritas.
El ángel le cuenta que su marido ya solamente piensa en el trabajo. Que sus hijos se están distanciando de ella. Que su familia se está viniendo abajo.
El señor Whittier le dice que sus padres no lo pudieron soportar. Que tienen otros cuatro hijos que criar. Que la única forma en que se pudieron permitir meterlo en un asilo fue poniéndolo bajo tutela judicial. Después de aquello, empezaron a visitarlo cada vez menos.
Y diciendo esto, mientras suena una suave balada de guitarra, el señor Whittier rompe a llorar.
El único deseo que realmente tiene es amar a alguien. Hacer el amor de verdad. No morir virgen.
Y en ese momento, con las lágrimas cayéndole de los ojos enrojecidos por la marihuana, él dice:
–Por favor…
Ese chaval todo arrugado se sorbe las narices y dice:
–Por favor, deja de llamarme «señor».
Mientras el ángel le acaricia la cabeza calva y llena de manchas de la vejez, él le dice:
–Me llamo Brandon.
Y se queda esperando.
Y ella lo dice.
Brandon.
Por supuesto, después de eso folian.
Ella es delicada y paciente. La virgen y la puta. Con sus largas piernas acondicionadas mediante el yoga extendidas hacia ese trasgo desnudo y arrugado.
Ella es el altar y el sacrificio.
Nunca ha sido tan hermosa como lo es ahora al lado de la piel venosa y llena de manchas de la vejez de él. Nunca se ha sentido tan poderosa como se siente ahora mientras él le babea y le tiembla encima.
Y anda que él no se toma su tiempo, sobre todo teniendo en cuenta que es virgen. Empiezan en la postura del misionero, luego él le levanta una de las piernas y se la pasa por encima de la cabeza. Luego con las dos piernas de ella, agarradas con fuerza por los tobillos, enmarcando la cara jadeante de él.
Gracias a Dios por el yoga.
Endurecido por el viagra, él la monta a cuatro patas, estilo perro, y hasta se sale y se la intenta meter por el culo, obligándola a ella a pedirle que pare. Ella está dolorida y colocada, y aun cuando él le dobla las piernas para obligarla a pasarse los pies por detrás de la cabeza, para entonces la sonrisa falsa de ángel le ha regresado a la cara.
Después de todo eso, él se corre. En los ojos de ella. En su pelo. Luego le pide un cigarrillo que ella no tiene. Coge la pipa de agua que hay en el suelo junto a la cama, llena otra cazoleta y no le ofrece una calada a ella.
El ángel se viste y se mete la pipa de agua de su hijo debajo del abrigo. Se ata un pañuelo sobre el pelo todo pegajoso y se dispone a marcharse.
A su espalda, mientras ella abre la puerta de la habitación, el señor Whittier está diciendo:
–¿Sabes? Tampoco me la han chupado nunca…”

Fragmento de Fantasmas (Haunted) de Chuck Palahniuk

You May Also Like

About the Author: Diego V

Diego y Mariana son una pareja swinger mexicana aficionada a contar sus historias y a compartir sus aventuras en el estilo de vida sw. Los autores detrás de "Jardín de Adultos", "¡Mariana no da consejos!", "Breve Manual para Swingers" y otros muchos proyectos dirigidos a dar información sobre el ambiente liberal y a fomentar una cultura de diversidad, sexo positivo, y educación responsable.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Recommended
Anécdotas de nuestra vida eróticaEl ritual tiene un currículum bastante…