He aquí una de las pocas causas a las que me hubiera unido durante mi juventud rebelde. Gracias a Osocio, ese sitio que habla sobre publicidad de organizaciones no lucrativas, me topo con un proyecto por lo menos atractivo. Un grupo de jóvenes europeos (Alemania y Noruega) se lanzaron en el 2004 a la tarea de vender porno con la finalidad de salvar los bosques. El argumento es: si el sexo se utiliza desde siempre para hacernos comprar tonterías que no necesitamos, ¿por qué no utilizarlo nosotros para vender consciencia y recaudar fondos para el planeta? FFF, o Fuck for Forest sería como cualquier otra web de paga para adultos, sino fuera porque el dinero que percibe está dedicado a programas de conservación ambiental. Obviamente, nada de superproducciones o estética pornstar. Aquí, todo parece una tarde de estudio en escuelas de filosofía, o de biología (al menos de las que a mí me gusta recordar). Frecuentemente, estos activistas irrumpen en espacios públicos creando, si no diálogo, al menos conmoción.
