Ábrase lo más que pueda. Mariana gusta de espacios amplios. Asegúrese de estar delgado, ella necesita una inclinación precisa en el cuello, y demasiada corpulencia puede dañarla y provocarle un mal humor tan explosivo como sus placeres. Tampoco es conveniente una masa corporal demasiado delicada, es necesario brindar la sensasión de seguridad. Aunque en ningún lado está escrito, los más adiestrados aseguran que es mejor estar desnudo. No necesariamente es igual para ella, pero bajo ciertas condiciones climáticas es deseable. Ábrase, decíamos, extienda el brazo derecho a lo largo de la línea de almohadas para formar una rivera cálida y tranquila. Con la mano izquierda haga masaje en su propio hombro y pectoral derecho con el fin de dejar el terreno mullido. Mariana caerá suavemente, dejado que su hombro (A) se acomode perfectamente al hueco de la axila de usted (B). Luego descansará la mejilla izquierda en el pecho que usted previamente adaptó. Extienda entonces la pierna derecha hacia ella, con cuidado de no ser demasiado invasivo; puede resultar peligroso. Si lo ha hecho bien, poco a poco sentirá las piernas de Mariana amoldarse a su pierna. Sabrá que está en el lugar correcto cuando la humedad propia de la entrepierna de ella, toque el muslo de usted. Se sentirá tranquilo y feliz. Si puede, adapte la posición horizontal de su brazo izquierdo para rodearla y tocarle un seno. Es sumanente placentero. Si no puede hacerlo con comodidad es mejor evitarlo y dejar la mano sobre la cintura de ella. Si tiene brazos largos, una alternativa es dejar la mano en el trasero de Mariana. Poco antes de dormir, ella avanzará sus manos sobre la pierna de usted. Asirá su miembro con toda la palma, lo masajeará para provocar una insipiente erección; un hombre sensible podrá notarla mojarse nuevamente y luego sin decir nada ella se abandonará ingenua a los placeres del sueño.
Conviene estar atento por si despierta, en caso de hacerlo durante la noche, suele estar necesitada de caricias amatorias.