-Nuevas moralidades
-Televisión y sexo
–Sense8 y el mundo liberal
Capítulo final de Sense8
Finalmente, los productores de Sense8 medio pagaron la deuda que tenían con su audiencia y, en la mejor tradición del Deus Ex Machina, nos concedieron un capítulo final que, atropellado y medio pueril, resuelve el enredo. Antes de continuar, debo aclarar que la dramaturgia de la serie no me gusta para nada. Los personajes me parecen planos, los conflictos sosos y los recursos narrativos me recuerdan, inevitablemente, a Scooby Doo.
Y sin embargo, me atrapa.
Creo que su eficacia se la debe a los hermanos Grimm y similares. La tradición de contar historias ejemplares que adverten sobre los peligros de tal o cual comportamiento está muy arraigada en nuestra cultura. “Moral” viene del latín “moris”, que significa costumbre. Una historia moralista es, por lo tanto, aquella que fomenta las buenas costumbres mostrando a personajes de conductas positivas que son premiados y a otros personajes malvados que, al final, siempre son castigados. Todos nos criamos con relatos de ese tipo y así aprendimos a respetar a nuestros padres, a comernos la sopa y a compartir nuestros juguetes.
Una apuesta por las buenas costumbres
Al igual que La Cenicienta, historia crudelísima que glorifica la paciencia y la sumisión. La serie de Netflix versa sobre la diversidad y la libertad. Los héroes, todos con variados contextos éticos, se enfrentan a fuerzas malignas empecinadas en estandarizar a la humanidad. De esta forma, la variedad se vuelve la bandera que une a la curiosa legión. El eje del bien está representado por todas las razas (mucha más por la blanca, que tampoco se trata armar una revolución) y por todos los continentes (mucho más el americano, se entiende). Y, como todos los protagonistas comparten una conexión mental que les permite sufrir y gozar por el otro, literalmente, ponerse en sus zapatos, la empatía se presenta como la característica esencial del héroe.
El símbolo principal es el sexo y por medio de dionisiacas escenas multilocación se exaltan como valores contemporáneos: la felicidad, la libertad, el placer, la diversidad y, por supuesto, la dicha sexual. Los sense8 del cluster protagonista, aceptan sin reservas las diferencias entre ellos, pero también lo hacen quienes se unen a su causa. Para los personajes heróicos y para sus aliados el respeto a la otredad es algo que se da por sentado. Los “malos” condenan la transexualidad, por ejemplo, pero entre los “buenos”, ésto ni siquiera es un tema. Es posible hablar de “tolerancia” sólo en casos muy contados, en los que el conflicto interno entre aceptar o no, es resuelto, en pocos segundos, por el amor que todo lo vence.
Sense8 y el mundo liberal
Sin ánimo de espoilear nada a nadie, sólo diré que la secuencia final, también típica del cuento fantástico, resignifica los íconos de la moral tradicional y replantea una moral contemporánea en las que normas como la exclusividad sexual quedan, por completo, rebasadas. Todos los símbolos son pervertidos, utilizando el término en el mejor de los sentidos. Ni siquiera escatimaron en hadas ni en fuegos artificiales. Familia, lealtad, matrimonio, y bondad se presentan de manera trastocada para consolidar los valores que, desde el principio, la historia defiende como virtudes. Y así como en las películas de Disney, una toma final retrata a un objeto mágico y lleno de connotaciones simbólicas, Sense8 culmina con close-up a uno de los artículos que podrían resultar más incómodos para los conservadores y más gratos para los liberales: todo un símbolo de la diversidad y el placer.
Aunque llena de sexo, Sense8 es una cuento de hadas para niños. Adoctrina para privilegiar una conducta sobre otra exaltando normas de comportamiento y buenas costumbres. Ahí está lo valioso del programa: dichas buenas costumbres deben ser exaltadas y es siempre deseable, utilizando el género narrativo que sea, contar historias que replanteen el concepto de “lo bueno”. ¿Qué tiene que ver Sense8 con nuestro libertino blog? Pues que comparte con “Jardín de adultos” la urgencia por ayudar construir una sociedad empática que crea en el sexo y en lo positivo de éste y que crea en la diversidad, en el placer y en la felicidad como valores esenciales.
¡O tempora, o mores!