El día que conocimos a la pareja guapa, nos llevaron, venturosamente, a su hogar con la excusa de un libro misterioso. Como la memoria de ese día andaba falla, al escribir la reseña del hecho, me vi forzado a poner como ilustración del post, una obra alternativa. Linda, sí, pero poco veraz con respecto a lo que vimos sobre el sillón swinger. Pasé, desde entonces a la fecha, incontables horas, afanosamente navegando en internet, despertando sospechas infundadas del departamento de TIC de mi trabajo, y acumulando el el disco duro de la compu de mi casa cualquier cantidad de basura electrónica. Vamos, no soy muy afecto al porno (que digamos), pero eso de buscar en la biblioteca más grande del mundo, un libro que no se sabe qué es, y de un autor que no se sabe quién es, y del que, para colmo, no hay ninguna frase célebre que gugulear, pues es tarea digna del propio Aquiles. Lo único que sabía es que se trataba de una colección de dibujitos bastante para adultos y con estética muy de ilustrador contemporáneo. También, que el título empezaba con P. Ya podrá el lector imaginarse el gusto que siente ahora mi corazón al haber hallado un garabato que me llevó a Brüno, un artista plástico nacido en Alemania que produjo esta maravilla: Pornopia.
No es que quiera, queridos lectores, arrastrarlos a las deleitosas actividades a las que la pareja guapa nos llevó en esa ocasión, pero de Brüno es capaz de despertar malos pensamientos, de formas estéticamente muy poderosas, es capaz.