Fragmento de: Por los viejos tiempos… y por los nuevos amigos
Me cogió de la mano, me llevó a una esquina del local, donde la luz era tenue, donde las otras parejas hacían lo mismo que nosotros haríamos en cuestión de segundos. Y sin más, con el ímpetu de un desesperado, me mordió los labios, me volteó y me dejó de espaldas a él, apretando con fuerza sobre mi espalda, donde un incipiente bulto sobresalía. Sabía que me deseaba allí mismo. Pero, ¿acaso pensaba que me iba a tener tan pronto? Le pedí unos segundos y tras ir al baño y regresar le dije que estaba lista por completo. Le dejé mis braguitasbuscábamos como dos adolescentes un hotel de carretera donde pasar la noche. Por el camino, sus manos subían y bajaban por mis piernas. en el bolsillo de la chaqueta y le pedí que me llevara a algún lugar. La excitante situación nos invitó a meternos en el sitio que primero encontráramos. Nos montamos en su coche y buscábamos como dos adolescentes un hotel de carretera donde pasar la noche. Por el camino, sus manos subían y bajaban por mis piernas.
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Autora: Los tacones rojos
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