Fragmento de: Jim
Mi amante se llama Jim, y es todo un dechado de virtudes. Lástima que todas esas virtudes sean las culpables de mi encarcelamiento voluntario; estoy condenada a él, y no existe forma de escapar. Y toda la culpa es suya por conseguir ponerme tan cachonda con su mera presencia.
Jim tiene unas manos grandes, musculosas, y de dedos largos y uñas pulcras y alargadas. Para una mujer como yo es duro reconocer sus debilidades ante el hombre que las porta; él lo sabe, y adora quebrantar mi orgullo dándome azotes en las nalgas siempre que tiene oportunidad; cuando lo hace, la palma se estrella sonoramente contra mi culo, y los dedos se curvan ligeramente contra la carne, como cinco látigos benefactores que se recrean casi imperceptiblemente en apretar mi carne. No hay nada como un azote de Jim.
-¿Te gusta que te dé azotes?-me pregunta al oído un día mientras follamos.
-Sí… sí, me gusta.
-¿Por qué?
-Porque… me lo merezco-jadeo yo. Entonces algo cambia en sus ojos y comienza a embestirme con rabia, y siento cómo su polla me abre en dos, me divide y me separa hasta llegar más allá de mi garganta, y casi siento que se me va a salir por la boca.
Y se corre mientras me susurra al oído lo puta que soy, y me pregunta si me parece bonito ponerle tan cachondo…
de Juliette en: Sexo Bipolar