- Acuerdos y reglas en las relaciones sw
- Las parejas liberales también se pelean
- ¿Qué pasa cuando los acuerdos no se respetan?
Un cuento swinger con moraleja
Como muchas otras parejas en el estilo de vida swinger, Mariana y yo tenemos algunas reglas que nos sirven para proteger lo que más nos importa, el bienestar emocional y los sentimientos de nuestro cómplice de aventuras. Cada vez son menos y tienden a ser flexibles, en el entendido de que todo se discute previamente. Sin embargo, y aún después de tantos años de mover el abanico en estas lides, no estamos exentos de meter la pata. Humanos somos, y en el camino andamos.
En alguna ocasión yo había estado coqueteando con una chica sin pareja y no había notado en Mariana ningún tipo de incomodidad al respecto. Ella, por otro lado, departía impúdica, como acostumbra, con una de las parejas a las que contamos como estable, así que todo me pareció que iba por buen camino. Cada quien hacía lo suyo y ambos estábamos a golpe de vista del otro. Cuando la vi besando a nuestro amigo, lo asumí como mi pie de entrada y la chica y yo nos dejamos llevar en uno de esos juegos en los que los manoseos sirven de preludio a roces más intensos y las bocas se abren paso entre pieles erizadas. De reojo vi a mi mujer y era una espinaca en la ensalada de cuerpos que nuestros amigos hacían con ella. El sol brillaba, había agua, había saliva y había jadeos. Era, en resumen, una de esas tardes que disfruto enormidades.
Terminada la sesión Mariana me llamó aparte y estalló entre nosotros una de las discusiones más intensas que recuerdo relacionada con temas sexuales. La historia que yo viví y que reproduzco aquí sin ninguna malicia no se parecía en nada a lo que ella había experimentado, y la ruptura entre ambos universos paralelos dependía de una sutil diferencia en una premisa. Ella asegura que una de nuestras reglas es que sólo jugamos con parejas, nunca con solteros. Para mí, tal cosa no era una regla acordada, sino una preferencia. En algún momento de nuestra linea temporal hubo un malentendido que arrastramos durante años y que no brotó hasta muchas orgías después. Una especie de efecto mariposa en el que el aleteo era la semántica y la avalancha no ocurría en Tokio sino que caía sobre mí en forma de una esposa enfurecida.
Tenía yo razones para afirmar mi perspectiva: hemos jugado en otras ocasiones con personas solteras. No las buscamos nunca, preferimos darles la vuelta cuando nos abordan en redes sociales, pero cuando han aparecido y se nos ha antojado, nos dejamos llevar por la corriente. Para Mariana, en cambio, esas no eran sino excepciones. Para mí, el hecho de que ella tuviera su propio juego mientras yo exploraba los recovecos de otra mujer, constituía una autorización tácita. Para ella, sin embargo, aquello sólo era un síntoma de que se encontraba en medio de una situación en la que no se sentía cómoda y de la que no encontraba cómo resolver. Yo hubiera esperado más asertividad de su parte, ella hubiera esperado más consideración de la mía. El punto es que no había punto de acuerdo de ningún tipo. Era imposible pensar en una discusión que se moviera en terrenos racionales. Ella estaba profundamente herida y el dolor no se mueve de manera racional.
Dejamos que las cosas se enfriaran e hicimos un par de intentos de volver a hablar después del tema. No hubo resultado. Diferencias irreconciliables, que le dicen. Estamos frente a uno de esos casos en los que las visiones de la realidad son tan opuestas que no hay manera de que uno de los dos diga: “Ah, claro, tienes razón”. A la fecha, sigo sin entender el enojo de Mariana, pero no lo voy a intentar más. Suficiente será haber aprendido lecciones valiosas y aceptar que al mejor cazador se le queman los frijoles. (Esa fue la primera lección)
El hecho de que tengamos muy conocido el territorio no nos exime de importantes resbalones. En todo caso, lo que nos salva es la certeza de que, aunque podamos hacernos mucho daño, nunca será nuestra intención hacerlo, por lo que todo daño futuro puede ser, al menos, minimizado. La segunda lección importante, que nosotros ya deberíamos conocer muy bien a estas alturas, es no dar nada por sentado ni confiar en acuerdos tácitos. Preguntar nunca está de más. Tal vez hubiera roto un poco el ritmo del momento o la atmósfera, pero hoy me gustaría poder viajar al pasado y advertirle a Diego, cinco minutos antes, que apartara a Mariana y le solicitara confirmación para proceder. Por último está el reconocimiento de que en ocasiones podemos no comprender la lógica de nuestra pareja y sin embargo, eso no hace menos legítima su circunstancia.
Seguramente, si Mariana contara la historia, ésta luciría muy distinta. Algunos detalles perderían importancia y otros serían mucho más relevantes. En esos detalles está la raíz del desencuentro. Seguramente habrá más, y seguramente serán dolorosos, pero sobreviviremos. En algunas ocasiones, resurgiremos más fuertes, en otras, nada más sobreviviremos. Después de todo, un pleito de pareja, por muy fuerte que sea, no tiene por que ser el fin del mundo.
Buena tarde Yo tengo la tentación de conocer ese medio para que mi mujer y yo nos unamos con ustedes y tener sexo en parejas o intercambio, y no se porque tengo esas ganas
Es verdad, nunca terminamos de reconocer nuestros gustos, los acuerdos, deben existir y deben estar basados en nuestras perspectivas ( las fantasías) propias y de pareja. Debe haber espacio para la flexibilidad, pueden suceder situaciones que nos sorprendan gratamente, el apoyo de la pareja debe ser recíproco, apoyando y disfrutando del gusto del ser querido, pero también está la idea, que no debe ser una constante, la previa a estar con alguien sea pareja o una persona sola, debe ser el espacio a expresar con honestidad que quiero hacer y que no, y en qué se está dudos@. Nosotros ya dimos algunos pasitos es este ambiente, y como dices tú, Diego, hay acciones que duelen porque no estaba en los planes, en la fantasía, porque se rechazó completa y tajantemente cuando se planteó en la intimidad marital, de repente llega alguien más, motiva y orilla a hacer eso, que en su momento no se tuvo la apertura con la pareja amorosa. Cuesta superar, porque se teme de un patrón reiterativo, sin embargo el amor y la sexualidad propia y de la pareja, son alicientes a seguir esa lucha por la estabilidad. A tener una solidez en el mundo sw, teniendo presente tus conclusiones, en cualquier momento futuro puede ocurrir algo parecido en que haya discrepancia en ideas y percepciones. Concluyendo se debe dar el espacio para el intercambio de puntos de vista, expresar emociones y sensaciones e intentar convertir, si es posible, de lo contrario, entender que antes de ser pareja, somos seres individuales con gustos y deseos propios, teniendo claro que se coincide en un interés mutuo y no puede ser siempre ni a cada paso que se da. Muchas gracias por darse el tiempo de leer nuestro punto de vista basada en la poca experiencia empírica que se tiene y también decir que la gratitud y el aprecio de este blog, que en mucho ayuda, en todos los procesos de la aventura liberal… En el antes, en el durante y en el después. Saludos fraternos.