¿Cómo vestirse para una fiesta de parejas? ¿Es importante cumplir con el código de vestuario en un club sw? ¿Qué papel juega la ropa swinger? En el tema del intercambio de parejas y las fiestas sexuales, uno de los principales ingredientes es el dress code. Las fantasías sexuales también necesitan atuendo apropiados ¿Cómo se visten los que tan fácilmente se desvisten?
Código de vestuario para el deseo
Los swingers no somos ajenos al consumo. Al contrario, la usanza generalizada es aprovechar cualquier oportunidad para lucir galas fabulosas y sensuales. Los organizadores de fiestas lo saben y promueven constantemente noches temáticas que dan a los asistentes la oportunidad de dilapidar creatividad y fantasía. Somos, en ese sentido, una raza infantil que aún se aloca con los disfraces. ¿Por qué no? Si el ambiente sw es el lugar feliz al que venimos a jugar y a explorar la parte de nosotros que, usualmente, no emerge en la vida cotidiana.
Algunos libertinos son verdaderos profesionales de la producción y se empeñan en sus vestuarios que da gusto. Otros, como Mariana y yo, somos mucho más moderados y, con frecuencia, pasamos de la espectacularidad y el brillo para, a duras penas, cumplir con el requisito. De todo hay, pero una fiesta en la que todos los asistentes cumplen a cabalidad con el código de vestuario resulta más excitante y mucho más divertida. La ropa sexy, está bien, pero dicen los que saben que lo que más estimula el deseo es la imaginación y, por tal motivo, los despliegues colectivos de imaginación erótica se convierten en verdaderas bombas que nos sumergen en mundos imposibles y encantadores.
El gusto por la ropa swinger
Mariana y yo hemos encontrado, además, un placer adicional, la anticipación. Pocas cosas prenden más que la expectativa de que algo asombroso va a llegar. El viaje swinger empieza desde que nos decidimos por asistir a un encuentro: Noche de brillos, Fiesta del espacio, Gala nocturna, Fantasía submarina… La mente se despierta y acepta la invitación. Con la invitación, el reto. En ese momento, una complicidad expresa se cierra entre ella yo yo. ¿Qué nos vamos a poner? Dependiendo de lo glamuroso o extraordinario del evento, un viaje de compras puede venir al caso. Horas de tiendas, innumerables probadores, buscar las piezas que nadie más vería, pero que, en nuestro mundo particular, tienen sentido.
La imagen del marido aburrido esperando a que la señora salga de medirse la enésima falda de la tarde se desmorona cuando esa falda es tan corta que muestra la cuarta parte del trasero, es abierta por el costado, está cubierta de lentejuelas y, posiblemente, se hará acompañar de un vivaracho corsé y de una tanga diminuta, o de ninguna tanga. Vestirse para una fiesta swinger es un deporte de parejas en el que lo mejor siempre está por venir, es un proyecto que apuesta por el asombro, por la seducción. Nos entusiasma la posibilidad de convertirnos en la excusa para que otra pareja se nos acerque: ¡Me encanta tu camisa! ¡Qué padres están tus pezoneras! ¡Ustedes dos se ven increíbles!
Cumplir con el dress code de la noche no debe verse nunca como una imposición. Por el contrario, debería ser considerado como una oportunidad de disfrutar la fiesta desde una o dos semanas antes. Claro, no es realista pensar en tanta organización para cada fin de semana, pero de vez en cuando, para vacaciones o eventos especiales, los días de compras o de producción de vestuario nos excitan, nos invitan a salir, a crear a comprometernos con la búsqueda del santo grial del erotismo. Tú me prendes, yo te prendo. ¡Vamos a prender a los demás!
Trapos y sueños:
Hay prendas que encontramos en tiendas regulares, en las que las dependientas insisten en frases como, “A eso le puedes poner un top abajo y se ve muy bien”. Mariana y yo nos sonreímos. Si ella supiera. También hemos encontrado otro tipo de tiendas, minas del guardarropa swinger en las que nos damos vuelo como chavales en juguetería. Ahí, las conversaciones son distintas: “Ese modelo se lo llevan mucho las teiboleras”. El vendedor sabe, por oficio, que su comentario no nos ofende, que le ha dado al clavo. Recorremos los los negocios que venden disfraces, los caros y los del mercado, algunas veces hasta compramos accesorios para niños. Buscamos sitios de vestuario profesional, tiendas de artículos para teatro, para danza, para cabaret. Vamos a lugares de la Zona Rosa que tenemos bien identificados. Tomamos por asalto los clósets de los parientes y de los amigos. Pasamos horas entera de cacería en línea. Joyería, bisutería, material para manualidades. Todo vale, al final lo que cuenta es el conjunto.
Miento, ni siquiera eso es lo importante. Tampoco es importante la fiesta. Lo relevante es el tiempo que pasamos juntos, las fantasías que construímos en pareja. La expectativa. El indescriptible placer de ver a Mariana en un vestido entallado y transparente y de saber que pronto, ella y yo estaremos juntos, como siempre, haciendo las travesuras que nos hacen tan felices.
I don’t design clothes, I design dreams.
–Ralph Lauren