-En busca de una descripción de grupo y más allá de lo evidente-
El generalizado uso de las redes sociales ha provocado que el mundo de los swingers pierda mucho de su naturaleza clandestina y se manifieste ante el ojo público con firmeza. A mí, esta nueva condición del lifestyle-aparador me produce sentimientos encontrados. Por un lado, me gusta saber que hay tantos tuiteros externando claramente que somos un colectivo real y que nuestro creciente número de seguidores demuestra que muchos individuos añoran un atisbo de nuestro estilo de vida. Es decir, legitiman un poco una práctica considerada una forma “alternativa” de sexualidad. (El apelativo “alternativo” presupone que hay otra forma que es “normal” o “correcta”). Pero, por el otro, expone quizá la parte más frívola de la comunidad, léase las chichis, nalgas y egos.
En más de una ocasión he defendido que no existe un ÚNICO decálogo del lifestyle. Sino una serie de acuerdos basados en el sentido común y la sana convivencia. He repetido, por ejemplo, que aunque “No” significa “no”, sea nuestra consigna máxima, no tendría por qué tratarse de un principio swinger, sino un acuerdo social aplicable a todas las personas, independientemente de sus prácticas sexuales. Sin embargo, en este lema y en su constante mención dentro del ambiente, se manifiesta un deseo ¿un ideal? común a la mayoría de los miembros de la comunidad: la certeza. Para los swingers, contrario a lo que podría pensarse, el valor primordial no es la transgresión, sino la norma. En ella está la tranquilidad de que todo va a estar bien. Los swingers nos zambullimos en la orgía enfundados en un salvavidas de acuerdos. Tiene sentido; a nuestro abandono hedonista siempre llevamos a quien amamos más, buen motivo para reducir el nivel de nuestras apuestas. Seguridad antes que nada.
El mercado, como es su costumbre, ha cambiado mucho el paisaje, o al menos la apariencia del paisaje. Las empresas orientadas a satisfacer las necesidades de nuestra comunidad, necesitan clientes leales y la mercadotecnia les dice que éstos se consiguen mediante la exposición. Twitter fomenta la lucha de los egos y se plantea como una competitiva arena en la que los contendientes se afanan por likes, retuits y seguidores en masa. Todo esto motivado por un mercado hambriento que premia la interacción. Al final, se trata de hacerse con el magnánimo título de influencer y gozar de una relativa reputación dentro del grupo. Pero hay una falacia y lo que ocurre en este foro, está lejos de ser lo que pasa en el mundo real. Caer en esta trampa sería como pensar que un desfile de modas representa los gustos y necesidades de un comprador de ropa. El escaparate no es el entorno, es sólo una ventana.
Lo que aparece en la red da la idea de un sector motivado principalmente por la exhibición. Sin embargo, los swingers en su mayoría seguimos valorando la discreción y la clandestinidad. Buscar el foco puede ser una práctica que gana adeptos día con día, pero la mayor parte de las parejas del ambiente no sólo no entran en el juego de los tuitstars, sino que, en muchos casos ni siquiera se sienten identificados con éste. Aquellos que sí lo hacen (hacemos) paulatinamente creamos una identidad de marca que, si bien, resulta novedosa y seductora para algunas parejas, especialmente las jóvenes, también se opone al deseo mayoritario de mantenerse con un perfil bajo. Las validaciones de las páginas web especializadas, cumplen una función de seguridad y de afianzar lazos con la comunidad. Los followers sirven para otra cosa, así que los fenómenos no son análogos.
Habría que entender, por otro lado, que el argot del gremio revela más sobre la esencia de nuestro grupo que nuestras manifestaciones mediáticas. El término “club”, por ejemplo. Aunque muchos dicen “antro” o “bar swinger” la palabra club, es la más empleada para definir los centros nocturnos en los que se llevan a cabo nuestras fiestas. La tradición sw lo enfatiza tanto porque la primera necesidad que estos sitios resuelven no es la de la barra libre, ni la de la pista de baile. Ni siquiera es el playroom. Más bien, los clubes (al igual que ocurre con sus homónimos en el mundo civil) nos sirven para encontrar gente con intereses afines y mentalidades similares. Se trata de un espacio que, además de proveernos de diversión, nos brinda un importante sentido de pertenencia y valida, mediante el peso del grupo, nuestra idea individual de sexualidad. Los clubes (desde los de enólogos hasta los de charros) son entornos en los que los raros dejaron de ser raros porque se rodearon de otros raros.
Por esa razón, y tomando en cuenta todas las implicaciones sociales, culturales y emocionales que conlleva lanzarse en este mundo, existe entre los miembros un sentido de comunidad muy arraigado que, difícilmente, logra percibirse en el reino de las redes abiertas. Es raro que existan hostilidades entre parejas. Sin embargo, en la medida en la que Twitter ha convertido a los ¿líderes de opinión? del medio en marcas, muchos de ellos han empezado a comportarse en el mundo real como empresas en competencia y el resultado ha sido, la mayoría de la veces, bastante triste. Poco a poco, nuevos valores como la exclusividad o la popularidad (buscados con igual apetito a pesar de su naturaleza antagónica) empiezan a tomar las riendas de nuestro ambiente y a transformarlo. No me opongo a los cambios, pero habrá que ver a dónde nos llevan.
En resumen, pensaría que la sociedad de los swingers está (por lo pronto) cimentada en estos principios: seguridad, discreción y comunidad. Desde los medios, desde las redes, tal vez estemos proyectando otra imagen, pero este humilde Dieguecillo, sólo cuenta lo que ve.
hola, chicos… como siempre, un interesante post.
En buenos aires, twitter no es una herramienta muy usada en el ambiente sw (al menos en gente de nuestra edad, 45/50 para arriba). Las webs como SDC o facebook son más utilizadas. Nosotros solo nos movemos con webs o conocemos parejas nuevas en las reuniones privadas en las que participamos.
Por lo que contás, veo una similitud con lo que pasó con las hinchadas de fútbol. En la década del 90, comencé a participar en una "lista de correo" de hinchas de SAN LORENZO, club con el que simpatizo. En ese momento, éramos todos profesionales, ingenieros, médicos, abogados, arquitectos… hoy internet se convirtió en un "reducto de barras bravas" que se pelean con otras hinchadas, se amenazan… y terminan, más de una vez, en batallas entre ellas. Creo que el motivo es la masificación del medio… trae como beneficio la divulgación y la posibilidad de que cualquiera pueda vincularse, pero, paradógicamente, también conlleva una masificación que, de algún modo, degrada la idea original.
besos desde buenos aires de
nosotros dos
Queridos, nosotros dos, nos encanta que pasen a visitarnos. Nunca dejen de comentar. No sé si está mal que la idea original de un movimiento se modifique a lo largo del tiempo, lo que no me termina de gustar es que lo dejemos ver al exterior sobre nuestra comunidad sea tan… ¿sensacionalista?
Abrazos chilangos para nuestros porteños favoritos.
Diego, es un placer leerte, es casi magico.
Debo decir que en nuestro poco tiempo en el ambiente Swinger hemos visto, con el gusto que tiene nuestra generación acostumbrada a las redes sociales abiertas y el acceso inmediato a la información, que redes cómo Twitter son usadas cómo se usan.
Estoy de acuerdo que muchas veces, muchos de nosotros, las usamos cómo un medio de difusión y exhibicionismo, será que en nuestro caso nos gusta el enseñar, sin embargo estoy de acuerdo en lo que dices sobre los grupos, el elitismo, es muchas veces excesivo y puede provocar que sin duda una comunidad que de primera mano es grandiosa y apapachadora termine segmentandose por que tú eres amigo de alguien y eso te hace "exclusivo" o cómo bien mencionabas en SexWhispers, pasamos a ser un grupo que se segmenta por cuanto puedes pagar, donde te quieres sentar y con que grupo quieres estar.
A nosotros nos gusta el mundo swinger por que es un lugar donde, cómo dices, nos juntamos raros con raros, y eso es genial, por que encontramos un lugar donde todos son en cierto modo igual o más "traviesos" que nosotros, y nos aceptan sin juzgarnos, hacemos amigos, planeamos citas, fantaseamos juntos con otras personas, algo que en el mundo normal es mucho más complicado, reconozco el fenómeno y debo decir que me asusta un poco el que llegue un punto donde el elitismo supera la razón por la que llegamos al ambiente: La apertura de la comunidad.
No creo que sea malo el escaparate, o el que haya gente que organice eventos y los promueva, después de todo así llegamos a lugares donde conocimos grandes amigos y tuvimos el gusto de conocerte aunque fuese unos minutos, lo malo será cuando eso signifique tener que sacrificar algo en lugar de ampliar la experiencia y tener la oportunidad de conocer más gente.
David.