Crónicas de nuestros viajes SW
Trapeze, un bar swinger en Nueva York
Antes de saber nada sobre clubes, si hubiera imaginado un bar swinger, se hubiera parecido a Le Trapeze (Nada tiene que ver con el famoso sitio en Miami). Anuncio pequeño en la entrada y puerta misteriosa. Vestíbulo diminuto, pagas y entras. Fuimos en jueves, así que había poca gente. El lugar es oscuro y con distintas zonas, ninguna extraordinariamente grande. El decorador, seguramente tenía en mente una película de mafiosos. Lo común en estas latitudes es que los clubes sean BYOB, por lo tanto, nada de alcohol disponible para nosotros que no BOOB. Pero dos enfriadores de bebidas industrializadas nos mantuvieron hidratados. También hay buffette.
Matamos un poco de tiempo cerca de la pista de baile, en un sillón alargado frente a una de las pantallas que proyectan porno. No había mucho que ver, y casi nada que comentar. Sólo que el lugar no está mal. Antes de buscar los playrooms, hubo que hacer escala en el vestidor, dónde un miembro del staff nos abre nuestro casillero y nos dice (en español) que es requisito quitarse la ropa para seguir explorando. Podemos quedarnos en toalla o lencería. Esto de los vestidores mixtos me llama la atención. Lo he visto por todos lados y siempre me pregunto si funcionaría en México. Supongo que no. Las reglas de la casa obligan a todos a moverse en pareja. Nada se puede, al menos en teoría, sacar o meter de los lockers sin que la pareja esté presente en su totalidad presente. El único que tiene llave de los casilleros es quien cuida el vestidor. Obviamente, ningún hombre sólo puede estar en las áreas de jugar. De éstas tres, una está cerrada por no ser fin de semana, así que nos quedamos con las ganas de conocerla.
Día SW 1. Capítulo 1.
Arriba hay una zona laberíntica con cubículos semi abiertos. Caben, en cada uno, dos parejas y hasta tres si la cosa se pone buena. Paseamos mirando el interior de cada uno, deben ser cuatro o cinco, en total. Algunos jadeos se escuchan. Se ven algunos cuerpos. Nos regresamos al primero que está vacío, y Mariana se arrodilla frente a mi para hacerme sexo oral. La gente pasa y nos mira. Se acerca una pareja. Él le muestra a ella lo que nosotros hacemos. Luego le pregunta si quiere probar. Ella se ríe y se hace un poco para atrás, como niña que se esconde atrás de su papá. Luego me pregunta a mí si la dejo probar. Miro a Mariana para conseguir su aprobación y le digo que sí. Ella toca, entonces, mi erección sin ningún resabio de pudor, y él busca a Mariana que rápidamente hace un cambio de pene. Mariana y él se adentran más, y no he empezado a darle a ella las primeras caricias en unos senos grandes como el mundo cuando él se está poniendo un condón. Las mujeres se dejan ir suavemente. Ella en pasos delicados y lentos acompañados guturales señales de excitación. La mía, en cambio, en dos movimientos está sobre su espalda con un extraño que la penetra. Me parece curiosa la avidéz de él, pero continúo con mi tarea de sacarle a ella pequeños grititos y bajo lentamente hasta su sexo. Él termina, se despide se las mujeres y le dice a la suya que se tome su tiempo. Mariana y yo nos quedamos solos con ella y ¿a quién le dan pan que llore? Habíamos comprado el día anterior un kit para jugar en cuartos oscuros, hitachi portatil, lubricante un huevo Tenga (que la mucama del hitel nos tiró a la basura después de esa noche). Mariana saca sus juguetes y me mira follar con ella durante un largo rato. Se masturba. Algunas veces se acerca y la toca un poco, o le besa la boca mientras yo la tomo desde atrás. Puedo escuchar que la gente se acerca y nos mira. Algunos orgasmos después, ella se aleja y Mariana y yo nos quedamos sólos a terminar lo que ellos empezaron.
Dia SW. Capítulo 2
El cuarto de abajo se llama Mat Room. Es una enorme estancia cuyo único equipamiento es un colchón que se extiende por toda el área de la habitación. Hay, también almohadas a todo el rededor, espejos en techo y en las paredes ventanas kitsch de espirales luminosos. En una esquina, más porno desde una pantalla. Quizá sea lo minimalista o lo cutre, pero lo encuentro el salón de juegos más estimulante en el que he estado. Quiero uno así ahora que ponga mi club.
Después de un regaderazo y una visita a la barra de bebidas, entramos aquí por segunda o tercera vez. Ahora el espacio estaba vacío, así que nos acomodamos en la esquina más alejada, desde donde se veía mejor la peli y la entrada. En un rato más comenzaron a llegar otras pocas parejas y un par al que habíamos visto antes encontró su sitio muy cerca de nosotros. Me gusta cuando Mariana está tendida de costado y yo la penetro desde atrás. Puedo acariciarla y tengo la sensación de que estamos viendo lo mismo, además quienes nos miran pueden ver la parte de mí que más me gusta, Mariana. Los otros dos, frente a nosotros están involucrados en una entusiasta sesión de cunnilingus. La mujer deja escapar entrecortados ruidos de placer. Estira el brazo hasta que sus dedos se encuentran con Mariana quien recibe el tacto como una señal para duplicar el gesto. También Mariana, entonces, estira la mano y busca texturas entre los rincones de la mujer. El hombre y yo miramos la escena, algunas veces directamente y otras a través de los espejos. Los ruidos de ellas van por toda la habitación y se mezclan con otros jadeos discretos. Cada vez, estamos más cerca, cada vez es más fácil que Mariana sea tocada y que yo haga viajes cortos entre la piel de Mariana y la de la mujer. Nosotros no hemos dejado de hacer el amor. Ellos han cambiado de postura varias veces. Y el círculo de manos, piel, gemidos y placer se va acelerando cada vez más.
Caminamos de vuelta al hotel. Mariana me dice que el lugar no le gustó.
Fotografía de Christian Boucart